En otras manos, la historia pudo haber sido una proclama para la
lágrima fácil, algo impensable en el cine minimalista del argentino,
que solo parece traicionarse una vez, necesitado como está de darle
un giró dramático al reencuentro entre el padre y su hija. Se trata
de la escena en que luego del contacto inicial y la invitación a que
la muchacha lo acompañe junto con el marido, en una cena en el hotel
donde se hospeda, los invitados no llegan, o al final llega ella,
solo para mandarlo a buscar al parqueo y soltarle algo así como
"¡para qué viniste papá, para echarme a perder la vida como a
mamá!". Una nota algo discordante dentro del estilo tan suave como
oblicuo de Sorín, capaz de concebir en un mismo tiro de dados la
pesca del tiburón en que pretende enfrascarse el protagonista, con
la pesca de la hija, aunque en esta última no medie anzuelo de
ningún tipo, sino mucho sentimiento.
De vuelta también el uruguayo Pablo Stoll Ward (Whisky,
2004, jun-to con el fallecido Juan Pablo Revella). Su nuevo filme se
titula 3 y es una tragicomedia familiar que involucra a un
padre, una madre y una hija inteligente, pero mal estudiante y con
tendencia a evadirse por los vericuetos del sexo. Al igual que en
Whisky, el temperamento de los personajes está controlado,
principalmente el de madre e hija, ya que el padre es un poco más
disparatado y ruidoso. Pero sin lugar a dudas predomina una estética
de la contención y del escaso decir, de la amargura, el humor y la
soledad, un poco, aunque con menos frialdad, a la manera de Aki
Kaurismaki y su "trilogía del perdedor", vista no hace mucho en la
televisión. Agri-dulce y reiterativo por convicción, 3 es un
sólido trabajo creativo al que sin embargo le pesan las dos horas de
metraje.
Alegato en favor de las abuelas que son utilizadas como "arma
estratégica" por hijos y nueras para hacer de ellas fieles
sirvientas cuidadoras de nietos, eso es la coreana-mexicana
Abuela mambo, ópera prima ––y como tal compite–– de Eun Hee Ihm.
Filmada en blanco y negro y con pocos diálogos, el director le
dedica la primera parte a seguir el día a día de una abuela que vive
sola, pero se relaciona con otras como ella, baila, hace ejercicios
y tiene planes para realizar en la vejez lo que nunca pudo. En pocas
palabras: la señora es feliz. Un ritual que sigue en detalles la
cámara, hasta que una hija decide que la madre debe entretenerse y
¡quién mejor que ella para cuidarle a la bebita! Y comienza así un
segundo ritual, pero de agobios. Meticuloso trabajo el de Eun Hee
Ihm, extendido en metraje. Quizá demasiado metraje para este
contundente grito en favor de las abuelas y de lo mucho que, "con
las mejores intenciones", cae sobre ellas.