Fito entrega su corazón a La Habana

MICHEL HERNÁNDEZ
michelher@granma.cip.cu

 foto: Yander ZamoraCada palabra de Fito Páez, en la proyección de su documental El amor después del amor, 20 años o luego en el concierto, era simbólica, como si perteneciera a esa larga declaración que ha venido haciendo en obras y en constantes idas y vueltas a La Habana.

En la noche del miércoles, en el teatro Karl Marx de la capital, el cantautor argentino, convirtió su presentación, estremecedora y memorable, en una serenata a "esta ciudad amada", en la que una vez más reveló las motivaciones para estar a sus pies, las huellas que le ha dejado tanto en sus creaciones como en su propia historia.

El músico apareció sin avisos. Dio la sorpresa como aquel muchacho que regresa a casa después de un viaje. Su voz acaparó la atención del público. Los aplausos, la emoción, la afable acogida. Desde una esquina del escenario, envuelto en los aires de la 34 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, invitó a mirar a las pantallas y luego "si nos quedan ganas, hacemos juntos un par de canciones". El piano, al centro, indicaba que con seguridad la noche tendría segunda parte.

Por fin, el anunciado estreno mundial del documental El amor después del amor, 20 años, tras dos décadas de que el álbum se convirtiera en uno de los más escuchados e imprescindibles a la hora de listar los mejores del rock latinoamericano. Durante la proyección del DVD que mezcla revelaciones de Fito sobre las historias y los significados de las canciones del disco con una de sus presentaciones en Buenos Aires, surgió un coro en vivo, sobre todo, con temas que han suplido la timidez o los silencios de muchos en momentos sublimes de sus vidas, como Te vi, Un vestido y un amor, Dos días en la vida, La balada de Donna Helena, Tumbas de la gloria, Creo y el propio El amor después del amor. El rosarino cierra el viaje diciendo: "El amor se trata de comprender al otro, no de juzgarlo". Tal vez quiso desnudar su filosofía, tal vez, regalarle otra arma al público, tal vez ofrecerle una nueva confesión a La Habana.

Las luces sobre el piano. A punto de comenzar otra aventura. 11 y 6, Ambar violeta y luego Giros, en la que se atreve a hacer giros con los cuales retumba el teatro.

Comparte canción con el italiano Zucchero, otro grande del rock. Un dúo con el pianista Robertico Carcassés, para llegar al delirio aún en El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés.

En un concierto especial, exactamente único, como este no podía olvidarse de su generación de músicos y amigos que como él salieron de casa a tocar rock and roll. Calamaro, el flaco Spinetta, Charly García. A este último lo homenajea en escena, con Desarma y sangra, "una de esas cumbres de la música universal", dice. Y seguro, muchos en el público, rastrearon otras cimas de la canción comprometida o se hallaron en el tiempo de las más difíciles y a la vez humanas utopías.

Con Santiago Feliú, en medio del singular "desvarío" de esta descarga tira un Cable a tierra. Luego homenajea sin pronunciarse a Carlos Varela, a Silvio Rodríguez. Lo hace con movimientos en el piano, con fragmentos reconocibles para después adentrarse con intensidad en Habana, la canción en la que más directamente reverencia a la ciudad y a los intensos días que ha vivido aquí.

Pero el momento cimero vino después, sin micrófono, sin piano, sin acompañamiento. "Vamos a hacer algo inolvidable". Empieza a cantar, silencio rotundo, Yo vengo a ofrecer mi corazón. Quizás para algunos haya sido solo la creatividad desbordada de Fito Páez o su necesidad de darle un regalo especial a La Habana. Para otros, pudo ser más.

"Y hablo de países, y de esperanzas, y hablo por la vida, hablo por La Habana". Las palabras ya no retumban el teatro sino adentro de quienes escuchan. "Quién dijo que todo está perdido...cuando no exista nadie cerca o lejos", enfatiza. Enseguida el rosarino deja de cantar: "Yo vengo a ofrecer mi corazón", reafirma en la despedida, como si no quisiera dejar duda de su amor por esta ciudad en la que vuelve a hacer historia.

 

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