La hipertensión que con mayor frecuencia se presenta en la niñez
y adolescencia es la esencial o primaria, dada por factores
genéticos y ambientales, y sobre todo, por el incremento de los
estilos de vida inadecuados, entre ellos el consumo de comida
chatarra, rica en sal, grasas saturadas y azúcares que propician la
obesidad, a lo que se une la escasa realización de ejercicios
físicos.
No obstante lo señalado, precisa el entrevistado, siempre hay que
descartar una causa secundaria debida a una afectación renal,
cardiovascular o endocrina.
En Cuba no se han realizado estudios poblacionales de cuantía que
permitan determinar la prevalencia real de esta enfermedad en los
niños, solamente estudios que abarcan escuelas de nivel primario y
secundario con cifras similares a las de otros países: alrededor de
un 3 a un 5 %, y en otras investigaciones hasta un 10 %.
Al referirse a los valores de tensión arterial en la infancia,
que debe ser tomada como mínimo anualmente a partir de los tres años
de edad, el especialista en Pediatría señala que la presión en los
niños no tiene un límite fijo como en el adulto, sino que varía de
acuerdo con la edad, sexo y talla y existen para su evaluación
valores de referencia que aparecen en tablas.
Es importante conocer —alerta a la familia— que muchas veces los
niños hipertensos son asintomáticos, no se quejan de ningún síntoma.
De ahí la necesidad que la toma de la presión arterial sea un
procedimiento de rutina en el examen físico del niño. Algunos, dice,
pueden presentar dolor de cabeza, rubicundez de cara y orejas,
sangramiento por la nariz.
El doctor Llapur, profesor auxiliar y consultante del hospital
Pediátrico de Centro Habana, indica que existen dos pilares en el
tratamiento: el no farmacológico, con modificaciones en los estilos
de vida; consiste en la prescripción de una dieta baja de sal,
grasas y azúcares, la necesidad de comer frutas y vegetales que son
fuente de vitaminas y minerales y realizar ejercicios físicos
aerobios durante 30 minutos de cuatro a cinco veces por semana. El
más recomendado y asequible es caminar.
Con estas medidas, y de acuerdo con la experiencia de nuestro
entrevistado, se controlan aproximadamente las dos terceras partes
de los niños hipertensos.
El segundo pilar es el tratamiento farmacológico, que se instaura
si los pacientes no responden a las modificaciones en los estilos de
vida, tienen cifras de hipertensión severa o algún órgano dañado por
la hipertensión.
El especialista sustenta que es a la familia a quien corresponde,
con las medidas señaladas, el enfrentamiento en la infancia de la
hipertensión arterial. No es una indicación exclusiva para el niño,
subraya, sino una labor colectiva y sistemática de apoyo.
No queda duda de que lo principal seguirá siendo la prevención.
Si desde las primeras etapas de la vida se practican estilos de vida
saludables, donde la alimentación y la actividad física desempeñen
un papel fundamental, se evitarán no pocas enfermedades en la
infancia y la adultez.