Las lecturas de tabaquería, arraigada tradición con siglo y medio
de existencia en la Isla, fueron consagradas este viernes como
Patrimonio Cultural de la Nación.
En la sede de la Central de Trabajadores de Cuba, Gladys Collazo,
presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, dio a
conocer la declaratoria que avala la condición patrimonial de una de
las prácticas más singulares de los obreros de la industria del
tabaco en Cuba.
De manera sistemática la tradición comenzó a fomentarse hacia
1865 en la fábrica El Fígaro, por iniciativa de un joven asturiano,
escritor y tabaquero, Saturnino Martínez, cuya huella histórica
contempla también la fundación del periódico La Aurora, que reflejó
las inquietudes del incipiente proletariado habanero.
Muy pronto se extendió el ejercicio de la lectura en las fábricas
y despalillos del país y de varios asentamientos de la migración
cubana, pues como recordó Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, al
hablar en el acto de ayer, los discursos patrióticos de Martí fueron
leídos en voz alta en las tabaquerías de Tampa y Cayo Hueso a los
obreros que vivían exiliados en esas ciudades norteamericanas.
Cuba aspira —subrayó Barnet— a que esta institución pueda algún
día ser declarada por la UNESCO en su lista de Patrimonio
Intangible, por su originalidad y porque ha salvaguardado un tesoro
de la memoria viva de una colectividad.