Todo intento de desnaturalizar y usurpar el patrimonio de un país es
un crimen, es adulterar el patrimonio histórico de la humanidad y
corno tal debe ser repudiado.
Cuba, reservorio de la cultura musical universal, ha puesto
históricamente al servicio de esta los frutos de una creación
caracterizada por la raigalidad y su indiscutible apego a la
identidad del cubano.
A la luz de las agresiones mediáticas a las que Cuba es sometida,
la creación de una orquesta en Miami, a la que pretenden nombrar
Riverside, es un hecho repudiable que traspasa las fronteras del
elemental respeto a la nación cubana, y que solo intenta confundir a
la opinión pública internacional.
Defender la creación e interpretación de las agrupaciones
musicales que nos identifican, es defender a la nación y
nacionalidad cubanas. Conocer nuestras esencias musicales es saber
nuestro origen, de dónde venimos. La orquesta Riverside, nuestra
Riverside, en su trayectoria desde 1938, año de su nacimiento, ha
sintetizado en su repertorio de más de 600 piezas, la mejor savia de
nuestra música. Emblema durante los años 40 tanto en Cuba como fuera
de nuestro país, al ser la más importante jazz band de La
Habana.
En la formación y desarrollo de la música cubana diversos géneros
populares convergieron en la orquesta Riverside, que a partir del
formato de jazz band, encontró el modo de cristalizarlos.
Esto le valió el alto reconocimiento de la Radio, Televisión y el
pueblo de Cuba.
Temas como Vereda Tropical, El de la rumba soy yo,
Qué lío tío en la voz de Tito Gómez, indispensable cantante de
nuestro patrimonio musical, se convirtieron en símbolos que definen
lo cubano. Y cuando decimos cubano estamos hablando de los géneros
originarios. Hablamos del son, de la rumba, del danzón, del bolero,
los ritmos y sonoridades que los identifican. Hablamos de aquella
música que nace de la creación popular y genuina y que, en su
proceso de asimilación y decantación, se devuelve readaptada en cada
época, pero siempre nos identifica como cubanos.
Animados solo con la intención de enriquecer el patrimonio
musical cubano desfilaron por esta orquesta el gran Peruchín, el
gran Cachaíto, Joseíto González, el Guajiro Mirabal, Enrique
González Mantici, Adolfo Guzmán, Marcos Urbay, Jorge Reyes, sin
pretender separarla jamás de los procesos históricos en que se
desenvuelve la nación cubana. Por el contrario, la enaltecieron.
De igual forma, una veintena de músicos jóvenes, formados por
nuestro sistema de enseñanza artística, herederos de nuestras
tradiciones, integran hoy la renovada Orquesta Riverside.
Cuba, país pequeño, bloqueado y asediado constantemente por
diversas vías, se agiganta cada vez más, al establecer entre sus
prioridades el desarrollo integral de la cultura como escudo de la
nación cubana. Por ello cuando se apuesta por una agrupación
musical, se hace desde la esencia de sus valores culturales y no
para coquetear con un mercado inculto y banal diseñado al gusto de
los intereses comerciales de las más bajas filiaciones políticas.
Pretender promover una orquesta con igual nombre y repertorio,
haciendo uso de los mismos arreglos en un país que quiere hacer suyo
lo que no le pertenece, lo que no gestó su cultura propia, viola los
convenios internacionales en materia de derechos, de los que tanto
Cuba como Estados Unidos somos signatarios.
La Riverside es en sí misma un sello identificador de la música
cubana, se reconoce por su propia sonoridad y por su estilo
interpretativo. La orquesta Riverside, por derecho propio tiene un
reconocimiento internacional donde su nombre, como el de otras
orquestas cubanas, deviene símbolo del patrimonio de la nación y
resulta elemental el respeto a ese derecho.
El Instituto Cubano de la Música, en representación de los
músicos cubanos, denuncia este acto y manifiesta sin lugar a dudas
su indignación por tan vandálico hecho.
La Habana, 23 de noviembre de 2012.