El café es pasión en Sagua de Tánamo

GERMÁN VELOZ PLACENCIA

El café es la pasión de Marlene Fernández Palacio. Le gusta humeante, servido a medio vaso, como acostumbran en La Alcarraza, un sitio en las crestas de las montañas de Sagua de Tánamo, en la provincia de Holguín.

Foto: Javier MolaMarlene es amante de la calidad y exige rigurosamente el cumplimiento de las normas y procedimientos que la aseguran.

También le agrada manipular las cerezas y las ramas de los cafetos entre los que ha transcurrido su vida. Tales son sus conocimientos sobre el cultivo de estos arbustos, que hoy es la administradora de la Finca Especializada en la Producción de Semillas de Café, unidad que forma parte de la Empresa Agropecuaria Sagua.

Este es el único banco de semillas del territorio holguinero, asegura sin apartarse de la zaranda donde revisa granos de la variedad Arábiga. "Los productores lo compran mucho porque es grande, tiene buenos rendimientos y no se gotea fácilmente cuando está listo para recoger. Al madurar, tiene un color rojo muy agradable".

Pero no es el único grano que ofertan, porque a disposición de los interesados están 12 tipos más, describe esta mujer que comenzó como trabajadora agrícola y alcanzó, entre faenas, el título de Técnico de nivel medio en Agronomía, hasta convertirse en una destacada especialista del cultivo.

La finca, atendida por otras tres mujeres y cuatro hombres, posee diez hectáreas en explotación y ocho en desarrollo. Marlene Fernández reconoce que no les sobra el tiempo, pero están organizados, motivo por el que cumplen las tareas con buenos resultados económicos.

Preparar los granos no es asunto fácil. Solo toman las cerezas maduras y pintonas de las varetas del centro de cada cafeto, las cuales hay que procesar en la despulpadora antes de concluir las seis horas posteriores a la recogida.

"Si en el mismo día despulpamos dos tipos de semilla, el trabajo es más complejo. Las normas técnicas exigen que al terminar con la primera, se limpie cuidadosamente la maquinaria, para evitar mezclas de granos".

Posteriormente, estos van a un depósito de fermentación hasta que pierden el mucílago (sustancia gelatinosa que los cubre), luego llegan a un tanque de lavado y de aquí a la nave de secado, donde reposan en las zarandas, acariciados por el aire.

Son muchas operaciones, pero el esfuerzo vale la pena, comenta la dinámica administradora, quien asegura sentir placer cuando la Planta de Beneficio a la que entregan la producción les informa, como ocurrió recientemente, sobre las solicitudes de caficultores de otras provincias, entre ellos los guantanameros, interesados en adquirir varios quintales del Arábiga.

"Aquí no se descansa. Al otro día de la recogida de los granos seleccionados para semilla, volvemos a las plantas y acopiamos el resto, que procesamos como un productor normal de café", explica.

Cuando culmina el periodo de cosecha, se concentran en las atenciones culturales a las plantaciones (limpia, poda, deshije, etc.), situación nada anómala, porque están habituados al multioficio.

"Dedicamos muchas horas al saneamiento. Para combatir la broca recogemos los granos caídos y hemos aplicado en las 18 hectáreas diferentes medios biológicos", señala, para añadir que constantemente son inspeccionados por especialistas de Sanidad Vegetal.

Después del paso del huracán Sandy el colectivo ratificó su grueso calibre, porque se sumó a los miembros de la brigada que le envió la empresa, con el objetivo de restablecer los techos de la despulpadora y la nave de secado. A la par, eliminaron las ramas dañadas de los cafetos y realizaron un serio diagnóstico de las plantaciones para determinar la estrategia a seguir en los próximos meses.

Un objetivo inmediato es asegurar más de 24 quintales de semillas certificadas de las variedades Arábigo y Robusta, detalla Marlene, quien aclara que el café y su aroma están impregnados en la familia. "Lo digo por mis hermanos. Manuel trabaja conmigo, es el operador de la despulpadora y también atiende el secadero; mientras que Osmanis es parte de la dirección de la Empresa, en Sagua. Y mi madre, Enma Palacio, se jubiló aquí, después de muchos años de labor, durante los cuales fue Vanguardia Nacional del sector".

Cuando el equipo de prensa está a punto de abandonar la finca, aparece Enma. Dice que padece una cardiopatía pero no puede dejar de recoger, voluntariamente, cinco o seis latas de café al día en tiempos de cosecha. Ríe contagiosamente, lanza sentencias típicas de la zona y ofrece consejos para enfrentar adversidades.

Como dicen en estas lomas: "De tal palo, tales astillas".

 

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