BP
pagará 4,500 millones de dólares como parte de un arreglo con el
gobierno estadounidense, a raíz del colosal derrame petrolero de
2010, y se declarará culpable de cargos graves relacionados con la
muerte de 11 trabajadores y con las mentiras que reportó al
Congreso.
En tanto, dos personas que laboraban para la gigante petrolera
durante el desastre fueron acusadas de homicidio imprudencial, y
otro trabajador enfrenta cargos por mentir a las autoridades. La
propia BP PLC dio a conocer el jueves la estratosférica cifra
económica, que incluye casi 1,300 millones de dólares en multas
penales, la mayor sanción de su tipo en la historia, además de pagos
a varias entidades gubernamentales.
El presidente Barack Obama consideró en su momento que el derrame
fue "el peor desastre ambiental que ha enfrentado Estados Unidos".
"Creemos que esta resolución es lo mejor para los intereses de BP y
de sus accionistas", afirmó Carl Henric Svanberg, presidente de la
junta directiva de BP. "Esto elimina dos riesgos legales
significativos y nos permite defender vigorosamente a la empresa
frente a las querellas civiles restantes".
El acuerdo incluye pagos de casi 2,400 millones de dólares a la
Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre, 350 millones a la
Academia Nacional de Ciencias y unos 500 millones a la Comisión de
Valores.
Una acusación federal revelada en Nueva Orleáns afirma que los
jefes de operación en el pozo petrolero, Robert Kaluza y Donald
Vidrine, incurrieron en negligencia durante la supervisión de las
pruebas de seguridad realizadas en la plataforma Deepwater Horizon
antes de la explosión ocurrida en abril de 2011.
La acusación señala que Kaluza y Vidrine no llamaron por teléfono
a los ingenieros en la costa para alertarlos de los problemas en las
operaciones de perforación. Los abogados defensores acusaron al
Departamento de Justicia de usar a sus clientes como chivos
expiatorios.
"Bob (Kaluza) no era un ejecutivo de alto nivel de BP. Era un
trabajador dedicado que llora todos los días por la pérdida de sus
colegas", dijeron los abogados Shaun Clarke y David Gerger, en un
comunicado. "Nadie puede alegrarse por la acusación de un hombre
inocente. Esto no es justicia".
Bob Habans, abogado de Vidrine, dijo que los fiscales mostraron
un "pésimo criterio" al acusar a su cliente, de 65 años.
Fue acusado también David Rainey, vicepresidente de exploración
de BP para el Golfo de México, por cargos de obstruir las labores
del Congreso y hacer declaraciones falsas. Según el pliego de
cargos, el ex ejecutivo ocultó al Congreso información de que el
petróleo fluía del pozo abierto de BP en cantidades mucho mayores a
las que mostraron sus propios cálculos.
La petrolera con sede en Londres informó en un comunicado que en
el acuerdo no están incluidos los reclamos civiles bajo los términos
de la Ley de Aguas Limpias y otras disposiciones. Tampoco se han
resuelto las querellas civiles de carácter privado ni las denuncias
estatales por pérdidas económicas.
Entre los cargos de los que BP se declarará culpable figuran 11
de índole grave, por conducta indebida o negligente de parte de los
jefes de tripulación; uno grave por obstrucción de las labores del
Congreso, e infracciones leves al Tratado de Aves Migratorias y la
Ley de Aguas Limpias.
El cargo de obstrucción señala que la compañía mintió al Congreso
estadounidense sobre la cantidad de crudo vertido por la ruptura del
pozo. "Esto representa la mayor multa individual por cargos penales
y la resolución penal más cuantiosa en la historia de Estados
Unidos", dijo el secretario de Justicia Eric Holder, durante una
conferencia de prensa en Nueva Orleáns.
Holder advirtió que el arreglo y las acusaciones no marcan el
final de los esfuerzos de las autoridades federales. Recordó que
continúa la investigación penal.
De acuerdo con el funcionario, buena parte del dinero que BP
pagará se destinará a la reparación de los daños ambientales en la
costa. La plataforma petrolera Deepwater Horizon, ubicada a 80
kilómetros (50 millas) de la costa de Luisiana, se hundió después de
la explosión ocurrida el 20 de abril de 2010.
El pozo en el lecho marino vertió un estimado de 780 millones de
litros (206 millones de galones) de petróleo crudo, que contaminaron
delicados estuarios y playas, derivaron en la muerte de flora y
fauna, y obligaron al cierre de vastas áreas del Golfo de México a
la pesca comercial.
El derrame expuso la laxa supervisión gubernamental y ocasionó
una prohibición temporal a la perforación en aguas profundas,
mientras la industria petrolera estudiaba los riesgos, buscaba
hacerla más segura y desarrollaba mejores planes en caso de
desastre.
La imagen que BP había buscado ganarse, como una empresa amigable
con el medio ambiente, quedó dañada, y los propietarios
independientes de gasolineras de la marca BP dijeron que perdieron
clientes que estaban molestos por el derrame. El director ejecutivo
de la empresa Tony Hayward renunció después de las diversas metidas
de pata de la empresa, incluida una declaración del ejecutivo, en lo
álgido de la crisis, cuando dijo, "me gustaría recuperar mi vida".
El costo del derrame de BP superó por mucho al de Exxon Valdez en
1989. Al final, la empresa llegó a un acuerdo con el gobierno
estadounidense por 1,000 millones de dólares, que serían unos 1,800
millones actuales, si se considera la inflación.