Hasta
la exótica Armenia, alejada por horas y horas de vuelo, viajan en
los próximos días diez noveles púgiles para izar bien alto la
bandera de Cuba en el Campeonato Mundial Juvenil de Boxeo, que se
disputará en Ereván del 25 de noviembre al 8 de diciembre.
Y es por eso que la preparación no cesa en el gimnasio de la
Escuela de Formación de Atletas de Alto Rendimiento (Esfaar) Giraldo
Córdova Cardín, donde el equipo se prepara. Gracias a sus
trabajadores, no se detuvo siquiera en julio y agosto —tradicionales
meses de vacaciones— y continúa ahora, puliendo los últimos
detalles.
De ese modo, mientras sus muchachos sostienen un sparring
con los miembros de la preselección de mayores, el profesor Humberto
Horta bromea, vigila el cronómetro, toca el gong y le toma el pulso
a uno de sus pupilos. Todo a la vez, mientras imparte un sinfín de
orientaciones.
"Es el tronco el que se va; las piernas, no. Súbelo ahora, súbelo
ahora. Cuidado con la cabeza. Organízate, oye a la esquina", les
repite sin parar, velando que sobre los tres cuadriláteros
improvisados haya una intensidad eléctrica, abundante golpeo y
concentración al máximo.
Así no es fortuito que el capitalino Alexei Guisbert (56 kg) le
plante cara al campeón mundial Lázaro Álvarez, el matancero Luis
Oliva (60) ponga en jaque a un titular olímpico como Robeisy
Ramírez, y el camagüeyano Kevin Brown (64) haga sangrar la nariz del
submonarca del orbe Yasnier Toledo; en tanto, sus compañeros
observan atentos desde fuera para tomar nota.
La idea, obviamente, es "modelar" cada combate como si fuese una
competencia real. "Cuando fuimos a Bakú en el 2010, el equipo de
entonces tenía más peleas internacionales y por eso tratamos de
suplir ese déficit topando ahora con los mayores, para que los
muchachos tengan un nivel de exigencia", explica Horta, para quien
resulta más fácil trabajar con los juveniles "porque la psicología
es otra y se pueden ‘engañar’. Es decir, a uno de ellos lo convences
de que van ser los mejores y ya lo mentalizas para que comience a
ser campeón fuera del ring".
Esa filosofía parece cuajar en sus discípulos, persuadidos de
luchar cada uno por una medalla; aunque para algunos, como el pinero
Herich Ruiz (91), este sea su primer torneo extrafronteras, haya
permutado de división hace pocos meses como Anyelo Morejón (de 75 a
81 kg), o no se fíen de ningún rival, al igual que el yumurino Andy
Cruz (49), quien se mira en el espejo de Robeisy, campeón olímpico
en Londres dos años después de haberse coronado monarca mundial de
esa categoría en Bakú.
Pero todos, todos, todos, desde el capitán Yoandy Toirac (+91)
hasta el artemiseño Jorge Luis Cordero (52), medallistas
recientemente en el exigente torneo de Anapa, pasando por el
pinareño Osnay Bencomo (69) y el santiaguero Eduardo Dinza (75),
aspiran a coronar el podio en Ereván.
No en vano, en ellos deposita su esperanza el boxeo cubano, que
otea el futuro y prepara el relevo, pues son las figuras con las que
reemplazar mañana a los campeones actuales, aunque muchos de estos
sean en su amplia mayoría también jóvenes. La semilla, a fin de
cuentas, está ahí, con los cadetes y juveniles. Y su cosecha
histórica no es fortuita: a 116 medallas en Mundiales de mayores
(65-28-23) se suman 113 en justas del orbe juveniles (69-20-24),
incluyendo once reinados por países en esas lides, como la pasada.
De ahí que la exigencia sea alta, aunque Horta se muestre
cauteloso: "Debemos estar entre los tres primeros. Uno siempre
quiere el oro y, en ese sentido, alcanzar el número 70 es nuestro
primer objetivo. Todo el mundo está bien con el peso y
afortunadamente no tenemos ningún problema con las lesiones". Antes
de rematar, casi como en una premonición: "Esta generación viene
bien".