Azotado primero por el huracán Dennis, en el 2005, y más
recientemente por las intensas lluvias y las crecidas de mayo
pasado, el vial había sido reducido a un trillo entre las rocas y el
diente de perro, casi infranqueable hasta para los escuadrones de
mulos que se encargan de acarrear el café y las restantes mercancías
por toda la cordillera.
Tras el vendaval de este año —en apenas tres días cayeron en la
zona más de 900 milímetros de lluvia—, la vía quedó intransitable.
Reconocido por la resistencia espartana que demostraron algunos
de sus hijos el 25 de enero de 1963 al asalto por varias de las
bandas de alzados que operaban en el Escambray, Polo Viejo pervive
como pequeño caserío campesino en uno de los sitios más intrincados
de la cordillera espirituana.
"No está terminado todavía pero ya al menos la guagua llega",
dice Arnaldo Rodríguez, testigo de la transformación vial que viene
ocurriendo en el lugar desde que el pasado 12 de septiembre las
fuerzas de la Empresa de Desmonte y Construcción (EDESCON), del
Ministerio de la Agricultura, comenzaran el trasiego de rocas.
Vecinos de la comunidad aseguran que trabajos como estos no se le
realizaban al camino, ya casi desfiladero, desde hacía más de 20
años, cuando en 1990 el Ministerio de la Construcción destinara para
allí una veintena de camiones y varios buldóceres que batallaron por
cambiar la topografía, hasta que la llegada del periodo especial
cambió los planes.
Las labores que ahora se ejecutan comprenden ensanchamiento de la
vía, desde el entronque de la carretera de Limones Cantero hasta la
misma localidad, limpieza y desbroce, perfilado de las cunetas y
colocación de abundante relleno, todo lo cual viene convirtiendo al
terraplén en una autopista de arcilla que mucho agradecen los
lugareños obligados a transitar por él.
"Aquí el peor enemigo que hemos tenido es la lluvia", dice Camilo
Cuba, el buldocero de la cuadrilla de EDESCON, precisado a "sacar de
donde no hay" para rellenar todas las fisuras que dejó la corriente.
"Cuando llegamos era como ver el cauce de un río, donde lo mismo
avanzabas cien metros en una jornada que se trabajaba cinco en un
tramo muy pequeño", comenta.
Valorada en unos 432 mil pesos, la rehabilitación del camino a
Polo Viejo requiere del movimiento de alrededor de 120 mil metros
cúbicos de tierra y rocas, además de la ejecución de no pocos
desagües para asegurar que la obra resulte duradera, un proyecto que
se encuentra a punto de concluir y que pudiera sacar a la comunidad
de esa suerte de aislamiento terrestre que ha padecido desde sus
orígenes.