Trabaja el Héctor Molina por un mejor desempeño

Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu

El central Héctor Molina, en Mayabeque, está empeñado en solucionar los problemas que más gravitaron sobre su pobre desempeño en las dos últimas zafras: la falta de rigor, organización y disciplina, que ocasionaron baja eficiencia, incumplimiento del plan de azúcar y crisis en el tiempo perdido.

Foto: Jorge Luis González Trabajadores del grupo de los que retornan en la próxima zafra, dispuestos a devolverle al Héctor Molina el esplendor de pasados años.

Un sistemático trabajo de la dirección del Partido, la Empresa Azucarera de Mayabeque y las organizaciones de esta Unidad Empresarial de Base, confirmó el regreso para la próxima zafra de unos 40 trabajadores de experiencia dedicados hoy a mejorar y actualizar conocimientos en áreas de la propia fábrica. Se suple así la falta de profesionalidad en puestos clave en la industria, y al propio tiempo se prepara el relevo.

El ingeniero Juan Carlos Rivero, formado en la base y otrora director de otros centrales de la provincia, informó a Granma que muchos de esos hombres serán jefes en posiciones estratégicas y otros operarán equipos determinantes para alcanzar la eficiencia.

Apuntó que el consejo de dirección estará completo desde el inicio de la molienda, el cual tuvo déficit en campañas anteriores. Afirmó que las reparaciones cubren el compromiso de terminar en tiempo y con calidad y dejarán el escenario listo para moler.

El Héctor Molina tiene la misión de completar las

55 mil 687 toneladas planificadas, para lo cual cuenta con los suministros y recursos necesarios.

No pocos obreros coinciden en que pese a la gran cantidad de caña requedada, o sea, cepas que llevan dos zafras sin ser cortadas, el central tiene condiciones para, desde el pitazo inicial, cumplir en el rendimiento del azúcar y sumarle al país unas cuantas toneladas más al disponer, según los estimados, de materia prima para lograrlo.

Roberto Sánchez Herrera, obrero de la planta eléctrica con 47 años en el sector, pensó que para él todo había terminado como trabajador de esta industria. En cambio, ahora es uno de los jubilados que retorna ante las necesidades de su ingenio y considera que el cumplimiento no solo es un aporte, sino un compromiso de los azucareros con la economía del país.

El colectivo, antes que lamentarse por las zafras del 2010 y 2011, las peores de su historia —esta última de apenas 32 mil toneladas—, está centrado en transformar la imagen del central, examinan la marcha de lo acordado y alistan cada detalle para el inicio de la molienda.

Tras el diálogo con dirigentes y trabajadores es visible el optimismo, el cambio gradual de la mentalidad en los cuadros, la estabilidad del personal y la dinámica de los preparativos. Allí una frase los une: el Héctor Molina volverá a ser lo que era.

 

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