Tampoco nos iremos hasta que haya electricidad

Eduardo Palomares Calderón

"No me iré de Santiago hasta que tenga electricidad", anunció la víspera el General de Ejército Raúl Castro Ruz, pero más allá del deseo compartido con el pueblo de tenerlo bien cerca toda una vida, los trabajadores eléctricos saben que la exclamación redobla el reto asumido en la eliminación de los destrozos provocados por el huracán Sandy.

Foto del autor“Nos iremos cuando se vaya Raúl con todo Santiago electrificado”, afirmaron Heywerd Ortiz y César Fernández, en nombre de todos los linieros.

Se trata, por demás, de una muestra de confianza del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, hacia quienes tienen la responsabilidad de contribuir a restablecer servicios tan vitales como la salud y el agua, el funcionamiento de importantes entidades económicas, y las bondades que el sistema eléctrico brinda a la población.

Es igualmente el empeño de que el servicio más dañado, pues afecta al ciento por ciento de los 127 circuitos con que cuenta la provincia sea a la vez —como expresión de la voluntad de la dirección del país de recuperar íntegramente al territorio— el primero en restablecerse plenamente.

Para la crucial batalla, que impuso primero un maremágnum de árboles y postes derribados, de cables, transformadores y luminarias tendidos en el suelo, la familia de los eléctricos cubanos suma a más de 2 000 linieros de todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud.

Poco antes del amanecer de cada jornada, las más de 200 brigadas invaden avenidas, calles, barriadas y poblados, siguiendo la estrategia diseñada por el director general de la Unión Eléctrica Nacional, Raúl García Barreiro, de energizar inicialmente las líneas primarias o de alta tensión, y con ellas centros de máxima prioridad.

"De ahí vamos a las líneas secundarias, y a las acometidas cortadas, para llevar la corriente al máximo de viviendas posibles, refiere Ewer Pérez Soto, quien en el Reparto Sueño comparte con Carlos Esteban una de las dotaciones de Ciego de Ávila.

Debe añadirse el apoyo que desde distintas provincias se brinda, como la distante Pinar del Río en el suministro de postes, La Habana, Granma y otros territorios en la fabricación urgente de transformadores, y el envío de otros recursos demandados en la Ciudad Heroica.

Realmente podrían considerarse afortunadas aquellas cuadras que no exhibían, junto a los postes caídos o virados, crucetas dobladas, aisladores y luminarias desprendidas, cables partidos, de ahí que nada fácil haya sido restablecer los primeros circuitos.

Testimonio de ello podría brindarlo cualquiera de las brigadas, pero apremiados al final de la tarde por darle corriente a buena parte del Bloque H, en el Distrito José Martí, los granmenses Heywerd Ortiz y César Fernández, dijeron que lo mejor es mandarle un breve mensaje a Raúl.

"Más que una misión esta es nuestra razón de ser, darle servicio al pueblo, de ahí que de aquí no nos vamos hasta que usted, querido Raúl, se vaya con todo Santiago de Cuba electrificado".

 

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