Ella
se llama Eva y puede llevar a una multitud al paraíso. Lo comprobé
mientras su voz, en el escenario o a veces casi rozándome, me hacía
seguirla en medio de repetidas y necesarias sensaciones de libertad.
Ayudaban la forma en que tocaba la armónica, y también la guitarra
de Juan Aguirre —el otro integrante del dúo—, el bajo, la batería,
las cuerdas que vinieron acompañando.
Era viernes en la noche y Amaral se presentaba por primera vez en
Cuba como parte de la primera edición del Encuentro de Voces
Populares. El grupo, que llegó desde Zaragoza, anunció un viaje
Hacia lo salvaje. Y si algo de fiero tuvo aquel trayecto
permeado por la sensibilidad fueron el ingenio, el talento para
hacer música y la devoción que proyectaban. Como se había prometido,
aunque poco anunciado en los medios, como casi siempre,
presenciábamos una alienación de primer nivel del pop rock
europeo.
Hoy es el principio del final, Montaña rusa,
Antártida, Van como locos, todas pertenecientes a
Hacia lo salvaje (2011) siguieron a la canción homónima al
disco, que arrancó el concierto. Como en Estrella de mar, la
producción que en el 2002 los hizo subir definitivamente a las dunas
de la arena musical, esta última entrega volvió a zigzaguear las
redes del mercado y la predominante creación comercial. La propuesta
de Amaral, sin duda, va por otra senda. Es parte de esas bandas que
insisten en reflexionar junto al público y encontrar salidas
espirituales a los círculos de la existencia.
Por eso, sus letras son bien pulidas, auténticas, casi
filosóficas, en las que la vida siempre tiene forma de búsqueda y
viaje.
Con su música fueron liberando también los cuerpos, como si
quisiera hacer estallar todas las ataduras de una vez. Pero, a pesar
de los esfuerzos, con seguridad, realizados para el concierto, el
teatro Lázaro Peña de la capital no dio cabida a toda la euforia del
público, que, por ejemplo, en el Maxim Rock se hubiera sentido como
pez en el agua. Igualmente, faltó divulgación a la inédita
presentación en la isla como decía, de uno de los grupos de primera
línea de este género a nivel internacional.
No obstante, cuando se apagaron las luces, el grupo tuvo que
regresar al escenario. Desde el otro lado, un coro de hinchas
españoles pedía más, y la próxima canción fue el principio de una
segunda parte del concierto. Amaral hurgó en su repertorio. Entre la
selección, ofreció un homenaje a Chavela Vargas y al músico
británico David Bowie.
Para quienes esta vez no pudieron encontrarse con Amaral, la
propia vocalista prometió nuevas presentaciones: "Este será el
primero de muchos conciertos en La Habana". De esa forma, arrojó la
invitación para tocar, a través de letras inteligentes, el terreno
de las más humanas y genuinas emociones.