|
La danza inagotable
TONI PIÑERA
El coreógrafo es como un artífice del fuego, que llena nuestro
interior mediante luminosidades, sugestiones, pero, sobre todo, por
frases hechas con el cuerpo. Y, además, debe velar porque los
bailarines se sientan y se muevan a sus anchas, y nos lleguen a
seducir.
Bettina
Ojeda y Osmay Molina, primeras figuras del Ballet Concierto de
Puerto Rico.
Eso lo sentimos al contacto con las cinco obras de la conocida
bailarina y coreógrafa Gloria Contreras, directora del Taller
Coreográfico de la UNAM (México) en la sala Covarrubias del Teatro
Nacional, de quien hemos visto y sentido mucho en estos Festivales
Internacionales de Ballet de La Habana en el tiempo. Porque sus
creaciones beben de lo clásico y lo contemporáneo, asimilando las
técnicas más vitales, y dando como resultado un estilo propio en la
coreografía que incita al espectador a pensar y no solo a disfrutar
una hermosa pieza...Intensamente lírico, con un fraseo particular de
los intérpretes (la alegría de disfrutar el arte del gran bailarín
cubano Jorge Vega —en óptimas condiciones— junto con Valeria Alavez),
el Cuarteto Rasumfsky 2, pas de deux es danza, teatro sin
palabras, expresión corporal puestos al servicio de ideas rectoras
que calaron hondo en la autora y luego en los bailarines que
recibieron muchas ovaciones. Él dejó una agradable impronta también
en el Solo para un ángel contemporáneo (estreno en Cuba) y
ella, volvió a ser ovacionada en la hermosa y muy corta Suite de
Lecuona (Córdoba) que nos deja siempre con deseo de seguir
disfrutando la sutil entrega danzaría.
Carla Robledo, una bailarina de alto calibre técnico-escénico
atrapó al auditorio con Escarabajo de Gaspar de la noche
(estreno en Cuba), con música de Maurice Ravel. Porque dijo a la
perfección los códigos que transitan por la dinámica del movimiento,
con ese flujo constante de energías y la utilización inteligente del
ritmo y el espacio. Para el final Gloria Contreras regaló su
Huapango, con música de José Pablo Moncayo, donde todos los
bailarines demuestran su dominio escénico, la disciplina y las
potencialidades del grupo de la singular directora.
BALLET CONCIERTO DE PUERTO RICO
Dos obras (de estreno en la Isla) fueron suficientes en la tarde
para reconocer la calidad de la agrupación boricua en nuestro
Festival: Desiré, coreografía de Stephen Mills, y Tango
tonto, de Jimmy Gamonet. La primera acercó a nuestras tablas
nuevamente a dos figuras que dejaron una estela en el BNC: Osmay
Molina y Bettina Ojeda. El rigor compositivo del coreógrafo, su
habilidad para dotar de nuevo aliento al virtuosismo de origen
académico creativamente elaborado, tuvieron en estos bailarines a
intérpretes capaces de llevar a cabo la difícil tarea. Y tanto en
Desiré, como en Tango... (Tania Muñiz/Carlos López)
destacó la buena preparación técnica, así como el físico
indispensable para que mejor luciera el puro diseño de los
movimientos, la orgánica asimilación del estilo no perdido nunca de
vista a través de las exigencias de ambas piezas.
También actuó en esa jornada el elenco del Ballet de Cámara de
Madrid con tres estrenos en Cuba, siendo el más aplaudido (e
interesante) por los códigos narrados en la cuerda de lo
contemporáneo: The scientist, de Enrique Velasco, bailado por
él junto con Inés Vieites.
En la noche, el teatro Karl Marx (en cuyo vestíbulo quedó
inaugurada una interesante exposición de fotografías La gloria y
la escuela, de los artistas del lente Paco Bou, Chela Gómez,
Nancy Reyes y Luis Alberto Alonso) acogió a Shakespeare y sus
máscaras, creación coreográfica de Alicia Alonso que estuvo
dedicada al aniversario 40 de la Convención de Patrimonio Mundial.
Este espectáculo que aúna de manera coherente la teatralidad
dosificada entre los esenciales pasos de danza y el dramatismo de la
música de Charles Gounod, reforzado con el dinamismo
escultórico/barroco de los diseños de escenografía y vestuario,
contó en los protagónicos con Anette Delgado (Julieta) y Dani
Hernández (Romeo), lo que constituyó otra agradable nota del 23
Festival. |
|
|