Equipos diseminados por doquier, estibas de hierros oxidados,
motores eléctricos a la intemperie, desgano en el semblante humano,
disgusto obrero por la deficiente atención, falta de claridad
(ambiental y organizativa)... ello y más devino substrato donde,
para colmo, acomodó su efecto una entrada tan tardía de recursos
vitales, que la industria se vio obligada a iniciar zafra sin haber
realizado pruebas. El resto se conoce: constantes interrupciones,
precioso tiempo perdido, incumplimientos, pésima zafra.
Cambios en la dirección del central, en métodos y estilos e
incluso en el flujo de recursos con vistas a los preparativos, han
revolucionado la mentalidad, agilizan el ritmo de las labores y
develan cada vez más potencialidades individuales y colectivas.
"En primer lugar —explica Yoandra Estrada Lima, actual directora—
estas reparaciones tuvieron como precedente la aplicación rigurosa
de lo que establece la norma técnica 52, para lograr un buen
diagnóstico, limpieza, preservación y cuidado de los equipos.
"A ello se une que nos están llegando más oportunamente los
recursos, hay mayor control sobre ellos, ya completamos la
plantilla, estamos realizando acciones concretas y diferenciadas de
capacitación, pretendemos homogeneizar los procedimientos de trabajo
por áreas y turnos para que cada quien domine bien sus funciones,
lograr mayor estabilidad en el funcionamiento de la industria,
evitar problemas y en caso de que ocurran irregularidades, poder
precisar luego la causa y quién es el responsable".
Conocedora del potencial humano que subyace y sobre todo de la
vergüenza que siempre ha caracterizado a los azucareros del
legendario batey, la joven directora ha abierto "el trapiche" a
cuantas opiniones, sugerencias u observaciones deseen transmitir los
trabajadores, directamente en sus áreas, por intermedio de sus jefes
e incluso por escrito en buzones creados para ello.
Positivo saldo deja también un comité de calidad que examina la
marcha de los trabajos y abre, igualmente, oídos a la sabiduría
obrera.
Sobre la base de todos esos "poquitos" y de una mayor
preocupación y ocupación en torno al agua fría, a las meriendas, a
la elaboración de los alimentos... se avanza mucho mejor.
"Ya hemos realizado pruebas en las áreas de fabricación y
generación de vapor —afirma Yoandra—, se montó la estera del
basculador y se le está dando vueltas. Con lo que tenemos a mano,
podemos garantizar el 85 % de las reparaciones, hay que trabajar
duro, pero eso no nos preocupa porque predomina buen estado de
ánimo. Ningún colectivo quiere poner el tiempo perdido después que
arranque la zafra. Por eso no me desvela ni el área de molinos, para
la cual todavía deben entrar algunas cosas como chumaceras, bujes y
otros recursos, según el cronograma".
Sudando "a granel", el pailero Francisco Rodríguez Gutiérrez
levanta una mano en señal de combate y sigue "prendido", del mismo
modo que Pablo Pol Ramos y Santiago Borroto Acosta: dos mecánicos
industriales que han venido a apoyar desde el vecino central
Colombia para que el pitazo del Amancio Rodríguez vuelva a
escucharse en el Sol.
"Cuando la tribu no sigue al cacique, la cosa anda mal —sentencia
Borroto— pero a esta mujer hay que seguirla hasta el final, porque
se proyecta bien, sabe lo que hace, viene hasta aquí, nos escucha,
tiene en cuenta lo que decimos... y ni a ella, ni a la provincia, ni
al país este central puede fallarles".
Beneficiados por la tarea Álvaro Reynoso, diez miembros del
colectivo acaban de egresar como ingenieros agroindustriales en la
propia sede municipal Haydée Santamaría.
Inmerso en su labor, el personal de mecanización asegura que
garantizará su parte en la contienda. Similar afirmación proviene de
las unidades que tributarán la caña. Pero no puede haber dejadez con
el estado de los caminos o con la vitalidad de los centros de
acopio. El reloj marca un conteo regresivo que pasará cuenta mañana
a lo que no se haga bien hoy.
Cuba necesita excelente ánimo en sus azucareros, pero también
resultados concretos. Tiene pues, este ingenio, la posibilidad de
crecerse a lo largo de una zafra que volverá a despegar en diciembre
—desde hace 17 años no ocurre así— con un plan que duplica el
volumen de lo que quedó trunco el año anterior.