La magia de un vals

TONI PIÑERA

Sorprender. He aquí el verbo que audazmente esgrime Alicia, dejando en el tiempo la huella fértil de su genio y sensibilidad. En la segunda noche del 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana, la sala García Lorca fue testigo de un gran acontecimiento al final de la Gala por el Centenario de la obra La comparsa, de Ernesto Lecuona.

Foto: Nancy ReyesVariedad de estilos en la gala conmemorativa del centenario de La comparsa, danza emblemática de Ernesto Lecuona.

Después de concluida la obra Impromptu Lecuona que cerraba el espectáculo, según rezaba en el programa, un silencio invadió la sala, nadie se movió de las butacas... Se descorrieron las cortinas. Un piano en la escena y el maestro Leonardo Milanés. Después el Vals de las mariposas, de Lecuona, y con sus notas regresaban grandes nombres del firmamento del Ballet Nacional de Cuba (BNC) en el tiempo: Orlando Salgado y Martha García, Lázaro Carreño y María Elena Llorente, Osmay Molina, Félix Rodríguez, hasta que apareció en escena, otra vez, nuestra Alicia Alonso con Jorge Vega al paso del vals. Fue la apoteosis.

Se trataba de la reposición de una pequeña joya coreográfica que Alicia entregara en el 12 Festival (1990), Retrato de un vals. Una obra sencilla, un ballet ingenuo, como ella misma lo catalogara en estas páginas en su momento. En él ofrece una pincelada de la época del nacimiento del cine, un recuerdo de salón. En escasos diez minutos puso a bailar a un grupo de parejas para recrear una atmósfera. Los diseños y el vestuario fueron creados especialmente por el diseñador alemán Armín Heinemann.

Por la cuerda de la memoria, y acercándonos a muchos rostros de otros tiempos del BNC, llegó en la gala Tarde en la siesta, singular coreografía de Alberto Méndez, que vivió un momento particular de la mano de nuestras cuatro joyas de hoy: Viengsay Valdés (Soledad), Sadaise Arencibia (Consuelo), Anette Delgado (Esperanza) y Yanela Piñera (Dulce), quienes entregaron lo mejor de sí en cada movimiento.

Un instante de alto vuelo coreográfico aportó al programa el estreno en Cuba de Interludio en el limbo, de Carlos I. Santos, quien es director artístico del Ballet Nacional de Puerto Rico. Esta aventura artística con música de Mozart atrapó al espectador. El punto de partida de la obra es diverso, y la técnica clásica sirve a un lenguaje contemporáneo hecho de novedosas imágenes/recursos danzarios, levantado sobre fuerte relación expresiva por parte de los bailarines del BNC: Mayrel Martínez, Analucía Prado, Lissette Santander, Gian Carlo Pérez, Miguel Anaya y Josué Jústiz. No son fáciles de cumplir los planteamientos del autor de esta obra, pero los intérpretes exhibieron una sólida técnica y proyección comunicativa.

Durante la función cruzó otro estreno en Cuba, Suite Lecuona (Córdoba), coreografía de Gloria Contreras, interpretada por Valeria Alavez (Taller Coreográfico de la UNAM, México) quien dejó un hálito de buen gusto en su breve paso por la escena. Un toque de lirismo aportaron Bianca Fota y Gigel Ungureanu, del Ballet de la Ópera de Bucarest (Rumanía) en el dúo de amor de Espartaco; mientras que el de humor apareció de la mano de La Commedia e... danzata, coreografía de Alicia Alonso que resulta un juego escénico que sustenta la idoneidad de la danza para expresar la comedia, muy bien interpretado por Grettel Morejón, Alejandro Silva, Miguel Anaya, Ernesto Díaz y Serafín Castro. Impromptu Lecuona, firmada por Alicia, y sobre versiones orquestales de La Comparsa y Malagueña, tuvo en el protagónico a la excelente Verónica Corveas que con su ánimo contagió a toda la compañía.

 

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