A pesar de algunos daños en las redes locales —casi todos
resueltos— los efectos del huracán Sandy sobre la infraestructura
eléctrica de Granma no son comparables con los perjuicios en las
vecinas Santiago de Cuba y Holguín; sin embargo, el territorio hoy
no recibe ni un megawatt (MW) del SEN, en específico de sus fuentes
en Renté y Felton, por afectaciones sensibles en las líneas
trasmisoras de alta tensión y, en consecuencia, depende totalmente
de la capacidad de respuesta de sus propios grupos electrógenos.
Gracias a esos equipos, distribuidos en subestaciones con dos
tipos de tecnología (fuel oil y diésel), la provincia
mantiene parcialmente vital el servicio eléctrico a la parte
residencial y los puntos socioeconómicos claves; aunque la
administración milimétrica de una potencia instalada todavía
inferior a la demanda, ha requerido el desvelo de decenas de
directivos, técnicos y obreros del sector.
Itúrvides Cleger, director de la Empresa Eléctrica de Granma,
explicó que el primer paso tras la afectación fue organizar un
microsistema entre todos los emplazamientos de generación
distribuida (de diésel son dos en Bayamo y dos más en Niquero —ambos
municipios también con sendas subestaciones de fuel oil—, uno
en Manzanillo y otros en Jiguaní, Media Luna y Bartolomé Masó); algo
así como enlazarlas todas, concentrar la potencia y luego
distribuirla según los principales intereses de la economía y la
sociedad.
"Así logramos disponer estos días de poco más de 100 MW, que
según la experiencia del período especial, cuando trabajábamos por
bloques, hemos podido beneficiar lo más equitativamente posible a
toda la población.
"Ahora carece un circuito mientras otro tiene corriente, y más
tarde es al revés; pero después del pico, se ha podido garantizar
que casi toda la provincia disponga del servicio. En esto ha sido
crucial la disciplina y comprensión mostrada por la población al
extremar el ahorro, a fin de no disparar la demanda y disponer de
más energía para más personas", dijo Cleger.
Otra maniobra importante es la explotación inteligente de los 557
grupos electrógenos en manos de entidades económicas, cuyo constante
funcionamiento alivia la demanda. "Este manejo no solo consiste en
el simple hecho de generar la corriente necesaria para el lugar
donde está enclavado, sino también en las soluciones que se han
buscado para salvar situaciones de real urgencia", precisó Maels
Borges, director de Generación de Emergencia en Granma.
Ha sido necesario mover contrarreloj al menos 11 de estos grupos
hacia puntos claves; "por ejemplo, para asegurar el bombeo de agua
desde pozos alternativos —en Bayamo, la vía tradicional está
paralizada por la alta turbidez de las fuentes—, enclaves de Salud
Pública, secaderos de arroz donde se corría el riesgo de perder más
de 700 toneladas de arroz húmedo, la refrigeración de langosta para
la exportación en Niquero, o la conservación en frío de unas 80
toneladas de queso en la fábrica de Bayamo", detalló Francisco
Escribano, vicepresidente del Gobierno en la provincia.
En fin, que la vitalidad energética del territorio es un fruto
feliz y una evidencia clara de lo que hace unos años se concretó
como inversión. Los grupos de generación distribuida, unido al
desvelo de sus operadores y técnicos de apoyo en la vigilancia
constante para mantenerlos sincronizados entre sí y actuar rápido en
caso de un fallo, son los pilares donde se sostiene la posibilidad
que hoy tiene la familia granmense de al menos cocinar y permanecer
informada... a pesar de los estragos recientes de Sandy.