Un total de diez marfiladas en cuatro desafíos cometieron los 
			hombres del Cuba, sin contar otras tantas fallas mentales y en la 
			mecánica, que no van a los números. En este panorama, los que menos 
			fisuras mostraron fueron los receptores, precisos en los tiros a las 
			almohadillas, en la conducción del juego y bastante seguros detrás 
			del plato.
			En el cuadro, se probaron distintas fórmulas alrededor del 
			segundo saco, todas con aceptables dividendos, pues sin grandes 
			florituras cumplieron el trámite, aunque seguramente continuarán 
			trabajando en colectivo para lograr una mayor compenetración, 
			trascendental en estas posiciones.
			Caso aparte el de Erisbel Arruebarruena, torpedero que parece 
			combinar bien con cualquier intermedista, amén de sus enormes 
			condiciones: potente brazo y excepcional desplazamiento en todas las 
			direcciones, lo que le permite tener un alcance superior a los demás 
			defensores del campo corto. Aún así, "El Grillo" necesita encontrar 
			un equilibrio entre espectacularidad y efectividad para convertirse 
			en un estelar superior al que ya es.
			Atrás, en las praderas, no hubo grandes daños, pero deben 
			trabajar más en las asistencias, mejorar la precisión de los tiros y 
			ampliar su radio de acción. En el orden individual, sorprendió la 
			ubicación en el centro y la derecha de Yurisbel Gracial, tercera 
			base natural devenido en el nuevo versátil del plantel. También 
			llamó la atención ver en el jardín central a Alexei Bell, quien, no 
			obstante, dijo sentirse cómodo pues ya había ocupado el puesto en el 
			último tramo de la pasada campaña con Santiago de Cuba y en su etapa 
			juvenil. 
			Del pitcheo, poco o nada nos aportan los box scores. Muy 
			reducida fue la cantidad de entradas lanzadas por todos los 
			serpentineros, la mayoría con aceptable velocidad, aunque sin total 
			dominio de la zona de strike y con un rechazo casi unánime a 
			tirar pegado, mal inherente de nuestro béisbol. Por demás, se pudo 
			constatar la marcada división entre abridores, estabilizadores y 
			cerradores, tendencia favorable siempre y cuando se encuentre a los 
			hombres indicados para cumplir cada función. 
			Entre los ases destacan monticulistas ecuánimes, de brazos 
			fuertes y variado repertorio, todavía con mucho margen de 
			crecimiento. En el relevo prima la juventud, salvo el caso de 
			Norberto González, Miguel Lahera y Yadier Pedroso, quien, según 
			parece indicar, será el cerrador del conjunto, decisión discutible 
			con tela por donde cortar.
			Otro tema de interés resulta el de los zurdos, pues salvo 
			Norberto, el resto no acumula ninguna experiencia internacional. 
			
			Tres victorias en igual cantidad de salidas acumulaba el equipo 
			cubano en el periplo competitivo por suelo azteca, gracias a un 
			bateo poderoso y a la hermeticidad desde la lomita.
			Ante rivales de muy poco calibre, los nuestros han anotado 31 
			carreras con 38 inatrapables, incluidos nueve extrabases, aunque han 
			acusado ciertos desperfectos en el plato, tal y como lo demuestran 
			los 26 ponches que se han tomado, a razón de casi nueve por 
			encuentro. 
			El pitcheo solo ha permitido dos limpias con 46 ponches en 27 
			entradas, las primeras 18 frente a los Delfines del Carmen y las 
			restantes contra un equipo denominado Sección 47, de la Liga 
			petrolera y con algunos refuerzos profesionales.
			Al cierre de esta edición, la novena de Víctor Mesa medía fuerzas 
			con los Piratas de Campeche, una prueba más exigente pese a que la 
			mayoría de los titulares de los contrarios se encuentran activos en 
			la Liga del Pacífico y a la grama saltarían los prospectos de la 
			organización.