Bastó
un mensaje a los graduados del primer curso del Instituto de
Ciencias Médicas "Victoria de Girón", para que el gallinero de
propaganda imperialista se alborotara y las agencias informativas se
lanzaran voraces tras la mentira. No solo eso, sino que en sus
despachos cablegráficos le añadieron al paciente las más insólitas
estupideces.
El periódico ABC de España, publicó que un médico venezolano que
radica no se sabe donde, reveló que Castro había sufrido una embolia
masiva en la arteria cerebral derecha, "puedo decir que no vamos a
volverlo a ver públicamente". El presunto médico, que si lo es
abandonaría primero a sus propios compatriotas, calificó el estado
de salud de Castro como "muy cercano al estado neurovegetal".

Aunque
muchas personas en el mundo son engañadas por los órganos de
información, casi todos en manos de los privilegiados y ricos, que
publican estas estupideces, los pueblos creen cada vez menos en
ellas. A nadie le gusta que lo engañen; hasta el más incorregible
mentiroso, espera que le digan la verdad. Todo el mundo creyó, en
abril de 1961, las noticias publicadas por las agencias
cablegráficas acerca de que los invasores mercenarios de Girón o
Bahía de Cochinos, como se le quiera llamar, estaban llegando a La
Habana, cuando en realidad algunos de ellos trataban
infructuosamente de llegar en botes a las naves de guerra yankis que
los escoltaban.
Los pueblos aprenden y la resistencia crece frente a las crisis
del capitalismo que se repiten cada vez con mayor frecuencia;
ninguna mentira, represión o nuevas armas, podrán impedir el
derrumbe de un sistema de producción crecientemente desigual e
injusto.
Hace pocos días, muy próximo al 50 aniversario de la "Crisis de
Octubre", las agencias señalaron a tres culpables: Kennedy, recién
llegado a la jefatura del imperio, Jruschov y Castro. Cuba nada tuvo
que ver con el arma nuclear, ni con la matanza innecesaria de
Hiroshima y Nagasaki perpetrada por el presidente de Estados Unidos
Harry S. Truman, estableciendo la tiranía de las armas nucleares.
Cuba defendía su derecho a la independencia y a la justicia social.
Cuando aceptamos la ayuda soviética en armas, petróleo, alimentos
y otros recursos, fue para defendernos de los planes yankis de
invadir nuestra Patria, sometida a una sucia y sangrienta guerra que
ese país capitalista nos impuso desde los primeros meses, y costó
miles de vidas y mutilados cubanos.
Cuando Jruschov nos propuso instalar proyectiles de alcance medio
similares a los que Estados Unidos tenía en Turquía —más cerca
todavía de la URSS que Cuba de Estados Unidos—, como una necesidad
solidaria, Cuba no vaciló en acceder a tal riesgo. Nuestra conducta
fue éticamente intachable. Nunca pediremos excusa a nadie por lo que
hicimos. Lo cierto es que ha transcurrido medio siglo, y aún estamos
aquí con la frente en alto.
Me gusta escribir y escribo; me gusta estudiar y estudio. Hay
muchas tareas en el área de los conocimientos. Nunca las ciencias,
por ejemplo, avanzaron a tan asombrosa velocidad.
Dejé de publicar Reflexiones porque ciertamente no es mi papel
ocupar las páginas de nuestra prensa, consagrada a otras tareas que
requiere el país.
¡Aves de mal agüero! No recuerdo siquiera qué es un dolor de
cabeza. Como constancia de cuán mentirosos son, les obsequio las
fotos que acompañan este artículo.
