En
el panorama electoral de Estados Unidos, las dos últimas semanas
estuvieron dominadas por el impulso que recibieron las aspiraciones
de Romney como resultado de "ganar" (ver artículo "¿Habrá nuevo
clímax tras el debate en Denver?", Granma, 5 de octubre del
2012) cómodamente la confrontación con Obama en el primer debate el
3 de octubre. Lo que hasta ese momento pareció un camino despejado
para la reelección de Obama, se convirtió en virtud de las encuestas
en una elección cerrada en la cual Romney "cogió un segundo aire".
En esta "segunda vuelta" le tocaba a Obama, para no ver afectadas
sus posibilidades de triunfo, "ganar" el debate con formato de
"reunión de la comunidad" (en inglés: town hall meeting,)
concertado para el martes 16 de octubre en la Hofstra University, en
New York.
No encuentro mejor forma de comentar lo sucedido que (con perdón
de nuestros excelentes narradores deportivos), desdoblarme en
cronista boxístico.
Romney subió al cuadrilátero confiado por los resultados de la
victoria alcanzada en el combate anterior y decidido a mantener la
misma estrategia y ritmo de pelea que le dio el triunfo el 3 de
octubre. Pero se encontró con un contrincante que había aprendido la
lección y vino con nuevos aires y un plan de pelea totalmente
diferente. Obama salió lanzando golpes efectivos desde que sonó la
campana, con un directo al pecho de Romney trayendo a colación la
oposición del candidato republicano al "rescate financiero" a la
industria automovilística (importante en el decisivo estado de
Ohio), que quedó sin respuesta efectiva.
Durante los 90 minutos de duración del combate, Obama se plantó
en el centro del cuadrilátero e impuso su tren de pelea. (Obama
lanzó más golpes: estuvo unos cuatro minutos más que Romney en el
uso de la palabra). Intercambió golpes en la larga distancia,
atacando los planteamientos de Romney que no había cuestionado en el
debate anterior, alcanzándolo con algunos "jabs" y llevando en
ocasiones el intercambio a la corta distancia —ataques en el plano
personal— donde asestó algunos "ganchos" contundentes que llegaron a
poner fuera de balance a su rival. (Ejemplos: "Esa insinuación
suya... es ofensiva"; o "no he revisado mi fondo de pensión; no es
tan grande como el suyo"). Le cupo a Obama cerrar el combate con un
directo a pleno rostro de Romney cuando recordó las infaustas (para
el republicano) y ya archiconocidas declaraciones del pasado 17 de
mayo en las cuales su oponente calificó al 47 % del electorado como
personas que se declaraban víctimas y pretendían vivir mantenidos
por el estado. Sonó la campana que puso punto final al combate y
Romney se quedó con el golpe dado.
Todos los temas del debate (empleos, impuestos, energía, déficit
fiscal, inmigración, atención a la salud, educación, Libia, entre
los principales), ya habían sido tratados en la primera vuelta. Por
eso los resultados fueron por corto margen y de efectos temporales
ya que trataban la forma y no el contenido. Así y todo, ambos
contendientes quedaron calificados para la gran final del 6 de
noviembre.
Obama "ganó", tal como estaba obligado a hacer. Le cerró el paso
a Romney, mostrándole que también tenía pegada y podía alcanzarlo
con golpes efectivos. Obama mostró a los espectadores (sobre todo a
los pocos votantes aún indecisos) que está bien entrenado, cuenta
con recursos técnicos y sabe imponer su ritmo de pelea. Una encuesta
de Reuters/Ipsos del pasado miércoles por la tarde dio como
"ganador" del debate a Obama, según la opinión del 48 %, frente a un
33 % que vio vencedor a Romney. Previamente, casi al concluir el
encuentro, encuestas "instantáneas" de CNN y CBS dieron ganador a
Obama por siete puntos de ventaja.
El alcance de este debate se verá en un plazo más largo, porque
ya hoy viernes la población entra en "receso" de atención a las
elecciones durante el fin de semana y los candidatos tendrán que
dedicarlo a prepararse para el último debate el lunes 22 de octubre,
en Boca Ratón, Florida —la misma ciudad donde fueron grabados los
comentarios de Romney sobre el 47 %— . El tema central será la
política exterior, con un formato igual al del primero, y favorece a
Obama por dos razones fundamentales: primero: a diferencia de lo que
sucede con la economía, la gestión de Obama en política exterior es
considerada de manera favorable por un amplio margen de los
votantes; segundo, es tradicional que en este campo haya un consenso
"bipartidista" de apoyo a la gestión de política exterior del
presidente. Refutar o atacar al presidente en ejercicio (en este
caso Obama) en el terreno de las relaciones internacionales se hace
una cuesta arriba resbaladiza para Romney quien deberá ser comedido
en sus ataques.
Cuando concluya ese último debate faltarán justo dos semanas
antes del día de las elecciones. El tiempo político es mínimo; no
habrá más eventos electorales de carácter nacional y solamente resta
el trabajo sobre el terreno para conseguir que la gente vaya a
votar, especialmente en los ocho estados decisivos.
Debo señalar que desde finales de septiembre se está produciendo
la votación adelantada en un grupo de estados que ya suman unos 40 y
se han registrado los votos de más del 7 % de la población. Incluso
ya Michelle Obama envió su voto por vía postal a Chicago y Barack
depositará el suyo en persona durante una visita a dicha ciudad el
29 de octubre, algo sin precedente (el voto adelantado) para un
candidato presidencial. Según Gallup, Obama tiene amplia ventaja en
esta votación.
El miércoles 17, ambos equipos de campaña dirigieron su atención
a los estados decisivos: Obama visitó Iowa, por la mañana, y Ohio,
por la tarde. Por su parte, el vicepresidente Biden estuvo en
Colorado y Nevada. Romney lo dedicó al estado de Virginia y el
candidato vicepresidencial, Paul Ryan, junto con Condoleezza Rice,
hizo campaña en Ohio. El jueves por la noche Obama y Romney,
sucesivamente, pronunicaron discursos en la tradicional cena Alfred
E. Smith Memorial en el hotel Waldorf Astoria de New York. Antes
Obama visitó New Hampshire. Biden estuvo en Nevada y Ryan en
Florida.
De acuerdo a los últimos pronósticos, Obama tiene la situación
más favorable (aunque por mínimo margen) en Wisconsin, Nevada, Iowa
y New Hampshire). En esas condiciones, Ohio, con 18 votos
electorales, donde también tiene ventaja, se convierte en pieza
clave para lograr la victoria final. Un triunfo en Virginia, que
también tiende a favorecer a Obama, le brindaría el camino a la
reelección.
En cuanto a Romney, tiene una ventaja sostenida aunque también
estrecha en Florida y es este su estado clave, pero también tiene
ventaja mínima en Colorado. Aun ganando esos dos estados, para
bloquearle el camino a la Casa Blanca a Obama, tiene que derrotarlo
en Virginia y Ohio, y en alguno de los otros cuatro estados de menor
numero de votos electorales.
Esta es la más viable ruta hacia la victoria para cada uno de los
dos candidatos, porque no parece factible que ocurran hechos
sorpresivos o en gestación que den un vuelco a la balanza electoral.
Aunque algunos centros de pronósticos sitúan como estados en disputa
a Michigan y Pennsylvania, catalogados como estados seguros para el
candidato demócrata o a North Carolina, de igual categoría en el
bando republicano, desde diferentes puntos de vista es muy difícil
que no se comporten de la manera tradicional. Por eso, el criterio
prevaleciente es que en 42 estados más el Distrito de Columbia, la
elección ya está decidida y Obama puede contar con 237 votos
electorales a su favor y Romney con 206. La decisión última estará
en dependencia de lo que suceda en los ocho estados del "campo de
batalla", que acumulan los restantes 95 votos electorales.
Mientras tanto, el circo continúa. Los medios de difusión y las
redes globales "hiperdifunden" hasta el nivel "viral" cualquier
mínimo detalle y dan énfasis a los indicios de que estamos en
presencia de una contienda cerrada. Se calcula que solo en
propaganda política se gasten en estas elecciones más de 3 300
millones de dólares. En Las Vegas, Nevada, con un total de 73 mil
distintos anuncios de propaganda electoral se impuso el récord
nacional de más anuncios televisados en un año. Los equipos de
campaña rompen los récords de recaudación y se mantienen recaudando.
Y los animadores del circo gritan: ¡Que siga el espectáculo!