Sobre nuestro Himno Nacional

Una observación, una sugerencia

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Valor sagrado de todos los cubanos, parte sustancial e íntima de nuestra identidad, el Himno Nacional es presencia constante en numerosos actos de nuestra vida, no solo por su uso ceremonial sino como atributo imprescindible para confirmar nuestro origen y destino, nuestro arraigo e identidad, nuestra irreductible vocación patriótica, justiciera y libertaria.

En vísperas de conmemorar este 20 de octubre el aniversario 144 de que se cantara por primera vez en Bayamo —fecha consagrada como Día de la Cultura Cubana—, me permito llamar la atención sobre un aspecto de su interpretación que no siempre se toma en cuenta, sobre todo cuando lo entonamos a capela, es decir, sin acompañamiento instrumental, al inicio de actos públicos, en escuelas y centros de trabajo o en reuniones comunales.

Me refiero al aire con que se entona. Un aire lento, desganado, que alarga su duración. Compárese con su ejecución por bandas militares o de concierto.

Al comentar este asunto, el maestro Electo Silva, fundador del Orfeón Santiago y una de las máximas autoridades del arte coral en el país, nos ha dicho: "El Himno Nacional es un canto combativo, una exhortación patriótica. Si cuando su música fue estrenada, antes del estallido de la guerra, en un oficio religioso para enmascarar su objetivo, tuvo un aire moderado y solemne, ya en Bayamo, al darle forma definitiva Perucho Figueredo y con la ciudad conquistada por la revolución, se desplegó como un canto enérgico".

"Esa energía —acotó Electo— es lo que se echa de menos en no pocas interpretaciones hoy día. Debe interpretarse como una marcha, haciendo énfasis en marcar el ritmo. No digo que haya que cantarlo a tropel, acelerando la velocidad de las frases, sino de acuerdo a su expresión, con energía y determinación. Por mi experiencia sé que en un colectivo sin entrenamiento coral hay personas que temen desafinar o no empastar y por eso retardan el aire y transmiten a los demás ese desasosiego. Hay que alejar ese temor. Nadie va a juzgar la perfección del canto, sino su carácter y emoción. En todo colectivo hay un guía y ese es el que debe dar la pauta del aire de la interpretación vibrante del Himno".

Ante esa atinada observación de Electo, me permito una sugerencia: la necesidad de que en cada escuela, la enseñanza de la melodía y la letra del Himno, se haga acompañar de la transmisión del patrón rítmico y el aire de la composición.

Una hermosa y permanente tarea para los maestros cubanos a lo largo y ancho de la nación.

 

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