A
pesar de que por estos días el tema deportivo que más se debate en
nuestra población es el béisbol —con todos sus cambios para la
próxima Serie Nacional—, también comienzan a saltar a la palestra
comentarios sobre otra disciplina que es pasión para muchos cubanos:
el baloncesto.
Y es que el venidero 13 de noviembre subirá el telón de la Liga
Superior de Baloncesto (LSB), en uno y otro sexos, certamen que
continuará con la misma estructura (ocho equipos) y calendario (28
partidos para cada elenco), pero esta vez trae como novedad la
inserción del conjunto de Artemisa en reemplazo de Pinar del Río.
Más allá de estos detalles organizativos, los aficionados que le
dan seguimiento al deporte de los encestes han manifestado sus
preocupaciones sobre varios asuntos que hicieron mella en la edición
precedente, tales como la casi nula transmisión televisiva que solo
pudo llevar a la pantalla los dos últimos encuentros de la final
masculina entre Ciego de Ávila y Camagüey.
Esa gran efervescencia que desde hace varios años no se vivía y
que fue desatada en las salas Giraldo Córdova Cardín y Rafael Fortún
en la discusión del título, solo pudo ser evidenciada por los que
tuvieron la oportunidad de estar allí. Por eso se espera que esta
vez no ocurra lo mismo y se le dé a este torneo la atención que
merece y necesita en este aspecto.
Otras problemáticas que molestaron a la población, y de las
cuales se esperan cambios positivos, están relacionadas con el
entorno de las instalaciones deportivas. En muchas ocasiones se
observaron asientos y lugares en el graderío con bastante suciedad,
escasas (o casi ninguna) ofertas gastronómicas, dificultades con el
audio y los relojes de 24 segundos, y hasta defectuosas pizarras
donde se hacía difícil apreciar el marcador. Además, la poca
vistosidad que tuvieron los uniformes privó al evento de ese
importante elemento estético para los exigentes aficionados.
También es conocido por todos que nuestro arbitraje debe mejorar,
pero de igual forma deben erradicarse las indisciplinas que cometen
los atletas, quienes en múltiples ocasiones, incluso, les faltan el
respeto a nuestros jueces.
Estamos conscientes de que nuestro baloncesto está obligado a
perfeccionar, entre otras cosas, el juego técnico-táctico que tanta
factura les ha cobrado a los elencos nacionales en los últimos
torneos, amén de la falta de topes foráneos que se necesitan. Pero
corregir estas realidades en la LSB sería un buen comienzo para
reencontrarnos con el nivel que exhibimos antaño.