No es
frecuente que revistas de tan alto impacto como 'Science', 'Nature',
'Genome Research' o 'Genome Biology' se pongan de acuerdo para
publicar simultáneamente los datos de un trabajo, pero en este caso
los resultados merecen la unión para sacar a la luz 30 estudios que
descubren la parte más oscura del genoma. Gracias a estos trabajos,
lo que hace años se consideraba ADN basura deja de parecer un
desecho para transformarse en una parte clave para la salud y la
enfermedad.
Tras la secuenciación del ADN humano en el año 2000, quedaba
mucho por conocer de esa 'enciclopedia' que contiene todas las
instrucciones para construir el cuerpo humano. De ahí que se
iniciaran varios proyectos para saber más del genoma y conocer cómo
funciona.
Los 30 estudios que ahora se publican están englobados dentro del
proyecto ENCODE, acrónimo en inglés de Enciclopedia de los elementos
del ADN, y han sido realizados en 32 laboratorios de diferentes
países entre los que se incluyen el Centro de Regulación Genómica en
Barcelona y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)
en Madrid.
Lo que ellos muestran es el paisaje completo del genoma. Si hasta
ahora los protagonistas de todas las miradas habían sido los genes,
el proyecto ENCODE da luz al resto del genoma y desvela que cerca
del 80% tiene actividad.
Los científicos se habían centrado en un 2% del genoma o, lo que
es lo mismo, en los genes. Uno de los principales motivos es que son
ellos los que producen las proteínas, que son las unidades
estructurales y funcionales de las células, los 'ladrillos' del
cuerpo sin los cuales no habría órganos ni otros componentes. Pero
quedaba una parte importante del ADN, al que no se le había prestado
tanta atención. Sin embargo, lo que revelan los datos aportados por
440 investigadores es que esa parte del genoma que parecía no tener
ninguna función sí que interviene regulando el proceso.
Esas zonas reguladoras son como los interruptores de la casa que
es nuestro cuerpo. Son los que activan o desactivan todos los
circuitos del hogar. Esta parte del genoma apaga o enciende los
genes y además regulan el cuándo, cómo y qué cantidad de proteínas
tienen que producir, es decir, es fundamental en la biología humana,
tanto que los científicos sugieren cambiar la definición de gen.
"Los elementos reguladores son responsables de garantizar que las
proteínas del cristalino estén en las lentes de tus ojos y que la
hemoglobina esté en tu sangre, y no en cualquier otro lugar. Es muy
complejo. El procesamiento de la información y la inteligencia del
genoma reside en los elementos reguladores. Con este proyecto,
probablemente hemos podido pasar de comprender menos del 5% a cerca
del 75% de ellos", asegura Jim Kent, director del Centro de
Coordinación de los Datos (UCSC) de ENCODE.
Por otro lado, también han visto que el 88% de esas regiones
reguladoras contienen variantes de ADN asociadas a enfermedades que
se activaron durante el desarrollo embrionario. Esto supone que ya
desde la etapa fetal se determina la salud del ser humano, aunque
luego la aparición de muchas de esas posibles enfermedades ocurrirá
si se dan circunstancias particulares durante la vida.
Además, se ha determinado que los cambios en el ADN se dan en
zonas reguladoras relacionadas con la enfermedad de ciertos órganos
o células. Por ejemplo, las variantes de ADN asociadas a la diabetes
se producen en la parte del genoma ahora estudiada, pero no en
cualquier punto, sino en la zona que regula los genes que controlan
aspectos del metabolismo del azúcar o de la secreción de insulina.
Otro ejemplo son las variantes que se dan en las zonas que regulan
en sistema inmunológico y que han podido vincular a enfermedades
como la esclerosis múltiple, el asma o el lupus.
En definitiva, que el ADN humano está formado por genes y por
otras zonas que influyen sobre ellos. Hasta ahora sólo se conocía y
se estudiaban los primeros, que serían algo así como los
protagonistas de una película, pero el trabajo de ENCODE ha revelado
que en esa película hay otros componentes tan o más importantes que
los protagonistas, el resto del reparto y de personas que hacen esa
película que es el cuerpo humano.
¿Y esto es todo? Pues no. Los datos se han conseguido analizando
147 tipos celulares, incluyendo 235 anticuerpos u otros elementos.
Sin embargo, todavía faltaría estudiar muchas más células y tejidos
de nuestro cuerpo para conocer mejor cómo funciona nuestro ADN y qué
hace para producir unos órganos u otros. Además, lo que muestra este
proyecto es una foto fija pero falta el dinamismo del proceso.
El último objetivo de este y otros proyectos, como el de los
1.000 genomas, es comprender el funcionamiento de esa enciclopedia
de la que ahora sólo hemos conocido sus páginas, para en un futuro
poder desarrollar terapias preventivas y curativas específicas para
cada persona. Los avances tecnológicos han permitido este tipo de
análisis y se prevé que en un futuro se puedan abaratar tanto que es
posible pensar que se pueda 'leer' el ADN de cada persona, así se
podrá predecir qué enfermedades va a desarrollar o qué terapias son
las que necesita para bloquear o activar alguna parte de su genoma.
De momento, ese es un sueño, la realidad es que ya sabemos un poco
más de la enciclopedia humana.