Un documental sobre la mítica agrupación que Chepín lideró junto
al carnal Bernardo Chovén, realizado por Raizary Mariol, y un
documentadísimo libro de Lorenzo Jardines, publicado por la
Editorial Casa del Caribe, titulado Chepín, la música de una
ciudad, abrieron una ventana al público en la que se asomaron
danzones, sones y boleros que desde la más entrañable instancia
popular hasta la excelencia de un discurso sonoro enriquecido por la
sabiduría de un talento abarcador, definieron el talante de un
estilo que permanece imbatible en el tiempo.
Porque como afirmó Jardines, Chepín ocupa una jerarquía en la
vanguardia de la música popular cubana del siglo pasado por haber
adelantado la huella de la banda de jazz en los formatos
instrumentales idóneos para la difusión del repertorio bailable,
revitalizó el danzón desde una nueva perspectiva, y estimuló el
desarrollo de talentos inolvidables.
El libro de Jardines muestra a Chepín desde sus orígenes hasta su
escalonada popularidad, se adentra en el corazón de sus
contemporáneos, y registra testimonios de personalidades que lo
conocieron.
Afortunadamente la banda Chepín Chovén viene con elementos que
desde la veteranía y una cercanía espiritual, mantienen intacto el
legado del maestro.
En la Casa del Caribe, su director Orlando Vergés dio la
bienvenida a una agrupación que gracias al empeño de su actual
director musical José Ramón Hernández, y a la energía irreducible
del saxofonista Gilberto Aguilera, Papito, reúne pasado y presente
con solvencia profesional y altura ética.
El Festival del Son 2012, abierto ayer en Santiago y programado
hasta el domingo aquí, incluye un coloquio inaugurado por Leydis
Torres, directora del Centro Provincial de la Música, y la
musicóloga Maritza Puig, en el cual se enmarcó el homenaje a la
impronta de Chepín.