Organizaciones
y colectivos de la sociedad civil, asociaciones de inmigrantes y
refugiados se manifestaron frente a uno de los mayores hospitales de
Madrid para exigirle al gobierno conservador de Mariano Rajoy que dé
marcha atrás en su iniciativa que, a partir de este sábado,
restringe la atención en los centros sanitarios estatales a los "sin
papeles".
Casi 2 mil médicos se declararon contrarios a esta medida, así
como también y siete de los 17 gobiernos regionales del país.
La protesta se realizó frente al complejo del Hospital Gregorio
Marañón, de la capital española, donde hasta hoy los inmigrantes
podían obtener la tarjeta que permite utilizar los servicios médicos
públicos con un simple empadronamiento, pero que en el marco de sus
políticas de mayor rigor, el gobierno de Mariano Rajoy decidió
endurecer: sólo serán atendidos en los servicios de pediatría,
asistencia al embarazo y urgencias.
A los inmigrantes "sin papeles" se sumaron enfermeras y otro
personal sanitario, movilizados por ONG como Médicos del Mundo que
lanzó una campaña, bautizada "Derecho a curar", en la que llamó a
los profesionales del sector a la objeción de conciencia.
Por su parte, el gobierno afirmó que los indocumentados seguirán
siendo atendidos aunque deberá pagar por el servicio y propuso que
éste sea facturado a sus países de origen cuando exista un convenio
bilateral que lo permita.
Siete de los 17 gobiernos regionales del país, competentes en
materia de sanidad, afirmaron que desacatarán la ley y mantendrán el
acceso a la salud pública para inmigrantes irregulares.