BBC informa que Breivik siempre admitió la matanza, pero no
mostró nunca arrepentimiento.
Los jueces debían determinar sobre su condición mental. Si lo
declaraban demente, sería enviado por tiempo indefinido a una unidad
psiquiátrica de alta seguridad para tratamiento, algo que él había
descrito como "peor que la muerte".
La fiscalía había pedido que Breivik no fuera declarado sano y
todavía podría apelar la sentencia.
Breivik se mostró sonriente durante la sentencia del veredicto y
realizó el típico saludo nazi con el puño en alto.
Dos equipos de psiquiatras designados por el tribunal habían
llegado a conclusiones diferentes durante el juicio. El primero dijo
que Breivik era un esquizofrénico paranoico y que estaba perturbado
mentalmente al cometer los crímenes, pero el segundo determinó que
estaba cuerdo.
Durante la lectura del fallo el tribunal justificó el veredicto
porque Breivik es un "fanático extremista" y no un enfermo mental,
de ahí que sea penalmente responsable, indica EFE.
En Noruega, la pena de prisión más severa es normalmente de 21
años, aunque puede ser extendida si la persona es vista como un
peligro para la sociedad.