La rumba mejor que ayer

PEDRO DE LA HOZ

foto: Yander ZamoraProclamada el año pasado Patrimonio Cultural de la Nación, la rumba se ha mantenido viva y coleando sábado tras sábado, a lo largo de treinta años, con sus altas y sus bajas, en el patio de la sede del Conjunto Folclórico Nacional (CFN).

Rogelio Martínez Furé, maestro de la palabra, la memoria y el canto, recuerda que en un principio los tiempos no eran propicios para rumbear en la calle 4 del Vedado. Pesaba, como todavía lo hacen algunos espíritus desfasados, el estigma de marginalidad y atraso sobre un complejo genérico que, por el contrario, se sitúa en el núcleo de la cultura musical y danzaria cubana, junto al son y las tonadas campesinas.

Los Sábados de la Rumba no eran, sin embargo, el primer acto reivindicatorio del Conjunto Folclórico Nacional. Desde su misma fundación hace medio siglo, el CFN incorporó entre sus primeras realizaciones Rumbas y comparsas, obra coreografiada por Rodolfo Reyes a partir de la investigación y el guion de Martínez Furé, aplaudida por espectadores de más de 40 países de todos los continentes.

Entre los propios fundadores del CFN, portadores de saberes tradicionales de incalculable valor, hubo naturalmente muchos y buenos rumberos, desde Trinidad Torregosa, Agustín Gutiérrez y Jesús Pérez a Nieves Fresneda y Manuela Alonso, y así, de manera sucesiva, varias generaciones de sus integrantes han incorporado y desarrollado las variantes del género.

Uno de aquellos jóvenes que al filo de la decada de los años ochenta se las entendía con los pasos de la columbia y el yambú —Miguel Barnet nunca ha olvidado la impresión que a María Teresa Linares y a él les causó la temprana madurez del ejecutante—, fue justamente el promotor del homenaje que el último fin de semana se rindió al Sábado de la Rumba, a Martínez Furé y al CFN, ahora dirigido por el maestro Manolo Micler.

Empeñado en hacer realidad una idea a la que dedica sus mejores empeños desde hace unos cuantos años, Ulises Mora, director del proyecto cultural Timbalaye, de alcance internacional, entregó a Furé y Micler los atributos simbólicos que reconocen la constancia y tenacidad con que el CFN ha defendido y promovido la rumba.

En medio de una jornada de altísimo poder de convocatoria —no cabía ni un alma más en el patio de la calle 4—, a la que asistió Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, Barnet presentó otro de los aportes de Timbalaye, el segundo número de su revista, coordinada editorialmente por la musicóloga Cary Diez y publicada con la colaboración de la Asociación Recreativa Cultural Italiana (ARCI).

La revista amplía su perfil hacia otras instancias de la cultura popular cubana y distingue a aquellos intelectuales que han consagrado su vocación al estudio y develamiento de esas raíces, como fueron los casos de don Fernando Ortiz y Argeliers León.

Y claro que sonó la rumba con ímpetu y propiedad, celebrada por Eloy Machado (El Ambia) y Juan de Dios Ramos; por Nancy Morejón y Pedro Fariñas (el Príncipe de la Diana) y muchísimos veteranos y gente joven, como para pensar en un rotuno mentís a aquellos que cantan: "La rumba ya no es como ayer... ".

 

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