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Producción de semillas
Garantía “in vitro” de alimentos
MIGUEL FEBLES HERNÁNDEZ
Desde que hace poco más de veinte años se creara la Biofábrica de
Camagüey, Leonardo Basulto Rojas apostó por el cultivo de
vitroplantas en su finca, pues la intuición campesina le decía que
no perdería nada con probar.
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Las plántulas se siembran en cajuelas y
luego son transplantadas a bolsas hasta alcanzar el tamaño
idóneo para su comercialización. |
Las manos de estas muchachas
multiplican a diario cientos de nuevas plántulas extraídas
de la cepa madre. |
Asociado a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Cándido
González, el pequeño agricultor de 62 años de edad tiene sembradas
hoy variedades de plátano de alto valor genético y agronómico, como
FHIA-18, FHIA-21 y Pisang Ceilán, por lo que sirve de banco donante.
"La vida me dio la razón: además de ser semillas sanas, más
resistentes a plagas y enfermedades, los platanales crecen parejos,
se cosechan casi a la misma vez y los rendimientos son superiores,
calculo yo que un 25 % respecto al uso de la semilla tradicional",
afirma Basulto con evidente satisfacción por lo logrado.
Cabría entonces preguntarse, ¿serán acaso conocidas tales
ventajas por el grueso de los productores del territorio (sobre todo
por los nuevos usufructuarios de tierra), para hacer frente al
progresivo deterioro de los rendimientos agrícolas?
La respuesta está lejos de ser afirmativa. Se necesita una mirada
mucho más realista y eficaz hacia la producción de semillas y sus
variedades, como factor clave para pasar definitivamente a una
agricultura más productiva y que utilice bajos insumos.
LAS BIOFÁBRICAS TIENEN LA "LLAVE"
Golpeadas por la falta de recursos y algún que otro criterio
errado sobre su validez, las once biofábricas del país recuperan
poco a poco el protagonismo de sus años fundacionales, cuando
produjeron la mayor parte del material de siembra para las grandes
plantaciones de plátano o de caña, por solo citar dos ejemplos.
Hacia tales propósitos encamina también sus pasos el colectivo de
82 trabajadores del laboratorio camagüeyano (más del 60 % son
mujeres), cuya estabilidad laboral y elevado nivel profesional han
constituido factores decisivos para imponerse a las adversidades,
que no han sido pocas.
"Nuestra biofábrica entrega semillas de excelente calidad a los
programas de cultivos varios de la provincia y para ello cuenta hoy
con cinco variedades de plátano: burro CEMSA, vianda PV-0630,
manzano INIVIT, FHIA-18 y enano guantanamero", informa Jakelín
Carmenates, su directora.
Explica la ingeniera agrónoma que aunque se introducen nuevas
variedades, la provincia está enfrascada en la producción acelerada
del plátano burro CEMSA, con buena estabilidad genética y adecuado
coeficiente de multiplicación, para "refrescar" las plantaciones
envejecidas del territorio.
"Ello nos permite enfrentar este año un plan de 520 mil
vitroplantas que representa casi el triple de lo alcanzado durante
el 2011, una tendencia favorable para lograr el autofinanciamiento
después de tantos años de pérdidas económicas", comenta.
RESPUESTAS EN MANOS DE MUJER
El área aséptica, por decirlo de algún modo, constituye el
corazón de la biofábrica, pues es allí donde transcurre el proceso
de multiplicación "in vitro" de las cepas vegetales seleccionadas,
bajo condiciones especiales de nutrición, temperatura, luz y humedad
en las llamadas cámaras de crecimiento.
"Mediante la metodología de la micropropagación se pueden lograr
entre 5 000 y 6 000 posturas de plátano a partir de una sola planta
madre en un periodo de apenas seis meses, cuando en su medio natural
solo se obtiene un máximo de cuatro hijos en el transcurso de un
año".
Lo asegura Regla Chapman Germán, ingeniera-jefa de la brigada
integrada mayoritariamente por mujeres, quien con cerca de veinte
años en el laboratorio conoce de las potencialidades con las que
trabaja; las mismas que, de emplearse con acierto, pueden contribuir
a mejorar la calidad de la semilla y sus variedades; y, por tanto,
los rendimientos y la resistencia a las enfermedades.
"Las biofábricas son centros de producción continua, se trabaja
con seres vivos, por lo que la falta de algún reactivo químico,
instrumental de laboratorio u otro tipo de insumo, muchos de los
cuales se importan, rompe la cadena. Entonces volver a empezar
siempre resulta difícil", comenta Regla.
Pese a tales inconvenientes, que no faltan en la Biofábrica de
Camagüey, en las cámaras de crecimiento de la entidad existen en
estos momentos más de 300 mil posturas que aseguran el cumplimiento
del compromiso anual.
DE PLÁNTULAS A BOLSITAS
Cuando en 1990 se inauguró la biofábrica, según la práctica
mundial, se estableció la venta de las plántulas a las unidades
productivas, es decir, en fase de laboratorio, para lo cual el
centro contaba con suficiente capacidad instalada, capaz de
responder a la demanda de los clientes.
Sin embargo, reiteradas quejas de los productores, quienes
alegaban bajo nivel de supervivencia y, además, pérdidas en la
inversión realizada, determinaron en 1995 la creación de un centro
de adaptación de las vitroplantas al ambiente natural antes de
procederse a la siembra directa en los campos.
"Ahora las plántulas se siembran primero en cajuelas, donde
permanecen entre 15 y 20 días con el sustrato y el tratamiento
fitosanitario adecuados, para luego ser transplantadas a bolsas
hasta alcanzar el tamaño idóneo para su comercialización", explica
Evelio Vega Ronquillo, el jefe de la instalación.
Bajo este sistema transcurre hoy el proceso de "fabricación" de
las vitroplantas en Camagüey, con la actual producción contratada
con 17 entidades del territorio, demanda que debe crecer a partir de
una mejor labor de promoción y capacitación.
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