WASHINGTON, 31 julio.— Cinco oficiales de alto rango en una
agencia policial del Departamento de Justicia de Estados Unidos
fueron acusados de negligencia en relación con el escándalo por
tráfico de armas conocido como Rápido y Furioso.
Los imputados fueron removidos de sus cargos en el Buró de
Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, siglas en inglés)
en la mayor repercusión administrativa hasta la fecha en un caso que
perjudicó hasta al Fiscal General Eric Holder.
El informe inculpador fue difundido desde el Congreso federal por
los legisladores republicanos Darrell Issa, de California, y Charles
E. Grassley, de Iowa y presidente del Comité Judicial del Senado.
De acuerdo con los parlamentarios, los funcionarios -que no
fueron identificados ante la prensa- "fallaron en la planificación
de estrategias cruciales y cometieron errores operativos graves y de
juicio".
La Operación Rápido y Furioso comenzó durante la administración
de George W. Bush con el objetivo oficial de combatir al
narcotráfico y en su primer año fue liderada por una oficina de la
ATF con sede en Phoenix, Arizona (sur).
Con anterioridad, los mismos congresistas amenazaron con activar
una moción de desacato contra el Secretario de Justicia, cada vez
más comprometido en el trasiego de miles de armas hasta bandas
delincuenciales en México.
Una organización que representa a los agentes fronterizos en
Estados Unidos pidió también una medida contundente de la Corte
Suprema que concluya con la remoción de Holder.
El Fiscal General es considerado principal responsable por la
Rápido y Furioso, debido a la cual unas dos mil armas de fuego
fueron traficadas hacia el exterior de Estados Unidos con la
polémica justificación de rastrear el camino hasta los tenedores
finales.