LONDRES.—
Oscar Pistorius llegó y pasará a la historia de los Juegos Olímpicos
como el hombre con prótesis de fibra de carbono que retó a quienes
no sufren discapacidades.
"Siento una combinación de orgullo, felicidad y expectativa.
Serán unas semanas increíbles en mi vida", declaró el sudafricano,
arma en ristre ante las reticencias de los dogmáticos que lo
consideran un ser inferior. Mostró su estirpe rebelde y, al fin,
"llegó el momento esperado", comentó.
Amputado de las dos piernas a los 11 meses de nacido, por una
malformación congénita, a sus 25 años cumplirá el anhelo de
participar en unos Juegos Olímpicos. Como credencial de su valor
—aunque no corrió en la final— contribuyó en las eliminatorias a que
el relevo de 4X400 de su país ganara plata en el Campeonato Mundial
de Daegu, Sudcorea 2011.
Pistorius recibió el beneplácito en el 2008 para emplear en las
carreras sus piernas artificiales, cuando el Tribunal Arbitral del
Deporte desestimó una protesta de la Asociación Internacional de
Federaciones de Atletismo (IAAF) señalando que esas prótesis le
concedían una ventaja injusta.
Cuando parecía que tenía en las manos su sueño de venir a
Londres, tras detener los relojes en 45.20 segundos durante los
campeonatos sudafricanos en Pretoria, el Comité Olímpico de su país
le exigió rebajar ese crono en una competencia internacional, algo
que no alcanzó. Sin embargo, esa no fue razón para frustrarse.
Cuatro años atrás, no había logrado su boleto rumbo a los Juegos
de Beijing, sin embargo, la semana pasada lo integraron al relevo de
4X400 que saldrá al Estadio Olímpico. Ya marcó su inusitada huella
en un Mundial, ahora seguramente lo abrigará el aplauso del público
londinense en reconocimiento a su perseverancia.
El atleta adelantó que después defenderá sus títulos de los 100,
200 y 400 metros en los Juegos Paralímpicos, del 29 de agosto al 9
de septiembre.
Pistorius es la cara más visible de los deportistas
discapacitados que no renuncian a sus objetivos en la vida, pero no
es el único. La tenista de mesa polaca Natalia Partyka, de 23 años
—con solo una mano debido también a un problema congénito— debutó en
Beijing, y ya también compitió aquí.
A jóvenes como ellos, lejos de intentar cerrarles las puertas a
su plena integración, han de vindicarlos como ejemplos de tenacidad
y abnegación.