LONDRES.—
La amable bienvenida dispensada por los voluntarios en el aeropuerto
—contrastante con el cielo gris y la frialdad de un verano muy
diferente al nuestro— halaga a los cubanos que llegan a esta sede de
los Juegos Olímpicos.
Mas, tan pronto como comienza a impresionar los sentidos del
visitante la agitada realidad de esta cosmopolita urbe, van
apareciendo los rasgos de una organización del evento que, si bien
pretende garantizar su éxito, ofrece una cara rígida de cómo quieren
los anfitriones controlar las posibles reacciones del público.
Y en ese prearranque clasifican quienes afirman que los
anfitriones han divulgado una abrumadora cantidad de avisos,
recomendaciones y restricciones para asegurar el apacible paso de
una lid que beneficiará en medio de la crisis al actual gobierno de
conservadores y liberales en el poder, liderados por David Cameron.
Así, antes de dirigirse a las sedes del clásico, los aficionados
han de mirarse en el espejo para comprobar si cumplen con las
condiciones exigidas en la puerta de los estadios, mucho más si es
un enamorado del fútbol.
Entre los "no se puede" concebidos para el balompié,
aunque llovizna a cada rato, está prohibido usar sombrillas en las
tribunas, los bolsos deben ser pequeños, de material suave, y han de
ponerlos debajo del asiento. Si viola una sola de estas reglas,
pierde el boleto de entrada.
Lucir un pulóver o camiseta con la imagen del Che está prohibido
en todas las arenas, porque "tiene un sentido político". Las cámaras
fotográficas no sobrepasarán los 30 centímetros de ancho; no se
portará bandera mayor de un metro de alto por dos de ancho; nunca
aparecerse en un graderío con sombrero; tampoco admitirán walkie-talkies,
radios portátiles, ni una cantidad excesiva de alimentos (no
especifican cifra); en tanto hace meses quedaron desterradas las
vuvuzelas, claxons, trompetas, tambores u otros instrumentos
musicales. Únicamente sobreviven a la censura los teléfonos
celulares.
Ayer también se supo que nuevamente amenazaron con ir a la huelga
los transportistas, los cinco aeropuertos y la aduana, que desde
semanas atrás exigen el pago de un bono durante la duración de los
Juegos, mientras los hoteles triplican sus precios.
Se dan los toques finales al espectáculo inaugural del día 27, el
director Danny Boyle manifestó su inconformidad porque los
productores comerciales rechazaron algunas de sus ideas de cómo
ubicar las cámaras. El tiempo de los ensayos se ha reducido, al
parecer en señal del malestar existente, aunque el presidente del
Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge confía en que la
ceremonia de apertura borrará cualquier problema anterior.