El electrizante registro de 13.18 segundos cronometrado por el
camagüeyano clasifica como el tercer crono histórico para menores de
20 años y pudo haber sido mejor aún de no tener viento en contra (1
m/s) y evitar la pérdida de preciosas fracciones en la celebración
antes de la meta.
Fue un campeonato de alto nivel cualitativo, con abundancia de
primacías a diferentes niveles, entre ellas la mundial de Ashraf
Amgad Elseify (QAT-85.57) en martillo y las de campeonato por parte
de Jacko Gill (NZL- 22.20) en bala, Adam Gemili
(GBR-10.05) en 100 m, Angelica Bengtsson (SWE-4.50) en pértiga,
Alexandra Tavernier (FRA-70.62) en martillo, Conseslus Kipruto (KEN-8:06.10)
en 3 000 obstáculos, Faith Chepngetich Kipyegon (KEN-4:04.96) en
1 500 m, Nijel Amos (BOT-1:43.79) en 800 m, Anthonique Strachan (BAH-22.53)
en 200, y Ashley Spencer (USA-50.50) en 400 m.
Alberto Juantorena calificó de atrevido al nuevo portento en las
vallas, en el sentido de tener seguridad y decisión para convertirse
en campeón. Al frente del atletismo cubano, tanto de la Federación
como de la Comisión nacionales, el doble monarca olímpico e
integrante del Salón de la Fama acudió a tierras catalanas para
integrar el Jurado de Apelación del certamen, designado por el
Consejo de la IAAF del cual forma parte, pero estuvo entre los
primeros en congratular a su compatriota y posteriormente le colgó
su medalla en ceremonia de premiación donde se escuchó por primera
vez el Himno Nacional.
Todos los obstaculistas cubanos de excelencia han transitado por
los Mundiales Juveniles, excepto Alejandro Casañas, cuyo tope
mundial de 13.55 en 1972, con 18 años y cinco meses, bien pudo
coronarlo, pero estos certámenes arrancaron en 1986.
Monarcas mundiales fueron Reynaldo Quintero (13.71) en Sudbury
1988, Yoel Hernández (13.83) en Sydney 1996 y Yuniel Hernández
(13.60) en Santiago de Chile 2000.
Llama la atención que ni Anier García ni Dayron Robles
consiguieron encumbrarse a este nivel, quinto el santiaguero (14.05)
en Lisboa 1994, y plateado el guantanamero (13.77) en Grosseto 2004,
siendo ambos posteriormente los más insignes por sus soberbios
cronos y títulos olímpicos.
¿Obrará esta tendencia como un maleficio en contra del
agramontino O’Farrill?
La explicación está en la edad, que no siempre se corresponde en
su momento óptimo con la fecha de los campeonatos. Anier tenía al
competir en este escenario solo 18 años y cuatro meses; Dayron,
apenas 17 con siete.
El nuevo portento criollo de las vallas altas acaba de rubricar
su crono con más entrenamiento y experiencia, a los 19 años y cinco
meses. Por esa misma etapa, antes de cumplir 20, Dayron andaba por
13 segundos exactos y corría sobre vallas a la altura de los
mayores.
O’Farrill, si mantiene su osadía competitiva y permanece bajo la
diestra conducción del técnico Santiago Antúnez, cuenta con un
futuro prometedor de cara a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Y por qué con tan buen registro no puede asistir a los que están
al doblar de la esquina, en Londres, como muchos otros de los
estelares descollantes en la justa barcelonesa.
Sencillamente porque los juveniles corren sobre vallas a 0.991
metros de altura, mientras las de mayores —válidas para los
Olímpicos—, cuentan con 1.067. O’Farrill practica y corre sobre
ambas, pero con menos opciones que otros compañeros y en edad
juvenil con grandes posibilidades mundialistas resultó lógico
enfilarlo con tiempo en esa dirección.
En las próximas temporadas lidiará entre los mayores, luchando
por bajar tiempos, cumplir mínimas exigidas y rivalizando por
ganarse cupos mundiales u olímpicos y por ser nuevamente rey.