Lienzo, bronce, cerámica, vidrio, papel… ¡Sosabravo!

VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Durante la pasada primavera, los visitantes al Museo de Arte Contemporáneo de Roma, en La Pelanda, advirtieron, entre las virtudes de la muestra que allí se exhibía, no solo el fuego, el desenfado y la gracia de un artista llegado del otro lado del Atlántico, sino también la sorprendente coherencia de su obra, sea cual fuese el soporte de su expresión.

Alfredo Sosabravo.

En ese recinto prestigiado por su posición en los circuitos de legitimación del arte europeo, exponía el cubano Alfredo Sosabravo. Su estatura artística, harto probada en la península itálica, gozaba de tal modo de un acto de confirmación.

Para los conocedores de ese país, el creador era valorado quizá de una manera segmentada. Se le tenía ya como un maestro en los afanes de la cerámica desde que a partir de 1993, siguiendo la ruta de su coterráneo y admirado Wifredo Lam —ambos nacieron en Sagua la Grande—, trabajó en Albissola Mare, nada menos que en el taller museo Giuseppe Mazzotti. En ese mismo campo, otros dos talleres de la villa, Pierluca y San Giorgio —este último asociado a los nombres de Lucio Fontana y Agenore Fabbri— blasonan de los aportes del artista cubano.

También en los años noventa, Sosabravo ganó reputación entre los artífices del vidrio en la célebre factoría Ars Murano, de Venecia, moderna instalación que recoge una tradición secular y universalmente ponderada.

La faceta de escultor alzó vuelo a partir del 2011, cuando Sosabravo comenzó a trabajar en la fundición Bonvicini, la misma que se ha encargado de las tareas de nuestro desaparecido compatriota Agustín Cárdenas, del chileno Roberto Matta y del colombiano Fernando Botero.

Varias ciudades italianas atesoran murales del maestro y sus pinturas y grabados han sido celebrados en exposiciones colectivas y personales durante las tres últimas décadas.

La importancia de la exhibición de La Pelanda radicó en que, como nunca antes, podía tenerse en Europa la idea más completa posible del diverso y único universo de imágenes de Sosabravo.

Viajando al Caribe. Óleo y collage sobre lienzo.

A los cubanos no nos sorprenden esos vasos comunicantes entre uno y otro soporte. La huella de Sosabravo se ha convertido en un sello distintivo al alcance de la vista y la sensibilidad de todo el que quiera ver y sentir, tanto de los visitantes al Museo Nacional de Bellas Artes como de los miles que por una u otra razón entran en contacto público con obras como el mural del Hotel Habana Libre, el Palacio Central de los Pioneros Ernesto Che Guevara, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, la Villa Panamericana y el Hotel Santiago, sin olvidar los diseños para Telarte, las vajillas utilitarias y las reproducciones accesibles todos los años en Arte en La Rampa.

Sosabravo impregna sus realizaciones con una marca temática y rasgos estilísticos propios, con independencia de la distinción de etapas de expansión o contracción de los elementos constitutivos de su iconografía. Los vínculos entre el hombre, la naturaleza y la tecnología, en unos casos con mayor acento en la alegoría y en otros desplazándose hacia una intención narrativa, se observan como constantes en su obra.

Busto de fiesta. Bronce y vidrio de Murano. El pintor vestido de blanco. Collage sobre papel.

Hay una forma de geometrizar las composiciones —sean en superficies planas o en los volúmenes de la cerámica, el bronce o el vidrio—, de armonizar la fiesta de colores sin que nos moleste la brillantez de la gama, de organizar la mirada de manera que de la impresión de conjunto se pase al control de los detalles, que explica la sintonía de Sosabravo con las pupilas y el intelecto del espectador.

Pero hay, sobre todo, una calidez humana —cierto toque lírico, quizás melancólico, aun en medio de las obras de carácter más festivo—, que da la medida de la poesía interior de un artista que se entrega sin misterios.

El maestro de la crítica Alejandro G. Alon-so, para muchos el principal estudioso de la obra de Sosabravo, ha señalado con acierto cómo "el artista ha establecido un canon de calidad y audacia". En efecto, nada sobra ni falta en cada una de sus composiciones.

 

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