GINEBRA.
— Cuba insistió en la importancia del fortalecimiento y la
implementación de la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas (CABT),
cuyo objetivo es impedir el desarrollo y proliferación de estos
arsenales.
Al intervenir en la reunión de expertos de la CABT, el
representante cubano, Juan Antonio Quintanilla, expuso las diversas
acciones desarrolladas por su país para cumplir lo estipulado por
ese acuerdo y proteger al ser humano y el medioambiente.
Desde 1992 la isla participa de forma ininterrumpida en el
intercambio de información mediante la presentación anual de los
formularios para el fomento de la confianza, en la cual interviene
un elevado número de instituciones y centros del país.
La legislación vigente en esa materia y las acciones y programas
de implementación se ven reforzadas por un sistema de mecanismos de
control que se extiende a todas las instalaciones con riesgo
biológico, informó.
Entre 2007 y 2011 se ejecutaron un total de 44 inspecciones de
salvaguardia con diferentes objetivos y escalonadas por niveles de
complejidad.
Expresó Quintanilla que un elemento fundamental para la correcta
aplicación de la CABT en Cuba es la capacitación, la cual ha sido
desarrollada por el Centro Nacional de Seguridad Biológica, así como
por otras instituciones y organismos centrales del Estado.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente, como
autoridad nacional para la Convención de Armas Biológicas, tiene una
fortaleza indiscutible en función de esta tarea, dijo.
En Cuba existe una maestría en bioseguridad que ha permitido
preparar y elevar el nivel científico de los especialistas y el
Centro Nacional de Seguridad Biológica forma anualmente inspectores
en esa materia.
La comunidad científica nacional cuenta con un código de ética
profesional que refleja los propósitos más altruistas de la ciencia
cubana.
Estos -dijo- son sólo algunos ejemplos que demuestran la seriedad
y la responsabilidad del país en la implementación de la CABT.
La Convención, que entró en vigor en 1975 y ha sido ratificada
por 163 Estados, prohíbe el desarrollo, producción y almacenamiento
de las armas biológicas.
Los firmantes se comprometen a no desarrollar agentes biológicos
o toxinas que no estén justificados para fines profilácticos, de
protección u otros propósitos pacíficos y también a facilitar el
intercambio de equipos, materiales e información científica y
tecnológica.