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Presa camagüeyana Jimaguayú
No hay tranquilidad ni conformismo para hacer buena
pesca
MIGUEL FEBLES HERNÁNDEZ
La brigada que dirige Edgar Cordobés Pupo trabaja en su ya
habitual proceso de entrega de las capturas de pesca, tras una
agotadora faena desde las primeras horas de la madrugada en la presa
Jimaguayú.
Mucho
oficio y experiencia exige el llamado sistema chino para lograr una
buena captura.
El mayor y más productivo embalse de la provincia de Camagüey
vive por estos días momentos de lógica tensión: es preciso
aprovechar cada minuto de la llamada temporada alta (desde abril
hasta julio) para avanzar todo cuanto sea posible en el programa de
captura y evitar así contratiempos al cierre del año.
Al destinar parte de sus aguas para el riego del arroz en tierras
del Complejo Agroindustrial Ruta Invasora, la presa cuenta hoy con
alrededor de 70 millones de metros cúbicos del líquido —de 200 que
es su capacidad máxima—, volumen que aumenta la concentración de la
biomasa y facilita las labores de pesca.
Ello obliga a concebir una correcta estrategia que permita hacer
un manejo integral del embalse, a través del empleo combinado de
diferentes artes (redes, bocanas, sistemas chinos y nasas, entre
otros), para que una supla el posible déficit de la otra en un
momento dado y se mantenga alta la productividad.
LOS HOMBRES TAMBIÉN DECIDEN
Ese ha sido, quizás, uno de los factores que han llevado a la
zona de pesca de la Presa Jimaguayú a ubicarse como puntal
productivo de Camagüey (asume el 35 % de la captura provincial).
Lo que sí ha resultado determinante es el desempeño de los 146
trabajadores del centro, quienes no solo han transformado el entorno
laboral y mejorado las condiciones de vida, sino que desde hace
varios años cumplen el plan de entrega de especies de agua dulce.
A estas alturas, informa Yonarky Pompa Labrada, el jefe de
producción, el 62 % del compromiso anual lo tenemos en la mano, pero
no podemos confiarnos.
PARA NO "MORIR" EN LA ORILLA
Una favorable manifestación de las especies y pescadores
motivados y bien remunerados parece ser la fórmula ideal para asumir
tales empeños. Sin embargo, la larga cadena hasta el consumidor
tiene otros eslabones vitales, que de no ajustarse a tiempo, pueden
abortar los mejores propósitos.
"A veces, explica el jefe de producción, los niveles diarios de
captura en la presa se ven limitados y hasta se provoca una que otra
interrupción, por dificultades con el transporte, roturas
imprevistas de equipos e insuficiente capacidad en las industrias
procesadoras del territorio".
Valga la acertada decisión de ubicar en el establecimiento
pesquero, hace tres años, una moderna planta de hielo que evita
traer el producto desde la ciudad de Camagüey, distante a más de 30
kilómetros del embalse, con el consiguiente ahorro de combustible y
garantía segura de calidad de la materia prima.
Urge, en cambio, concluir los detalles que completen el flujo
tecnológico del salón de procesamiento de pescado —se prevé extraer
la cabeza y las vísceras—, para elevar los rendimientos y lograr un
mejor aprovechamiento de los envases, del hielo y del transporte.
"Problemas siempre hay, sobre todo escasean los medios de pesca,
pero se buscan alternativas para lograr mejores resultados", comenta
Edgar Cordobés Pupo mientras verifica en la pesa el volumen de la
captura lograda por sus hombres.
"Este es un trabajo que exige mucho sacrificio. Lo importante es
hacer bien las cosas y cumplir, pues de ello depende también nuestro
salario". |