Josu
Erkoreka dibujaba en pocas palabras la sensación de flashback que
inundó irremediablemente el Congreso esta mañana negra. El Mariano
Rajoy de hoy se parecía mucho, muchísimo, al José Luis Rodríguez
Zapatero del 12 de mayo de 2010, cuando el entonces presidente del
Gobierno anunció el que se dio en llamar el mayor tijeretazo social
de la historia de España.
Las palabras se quedaron esta mañana cortas para definir el
brutal hachazo que el Gobierno del PP asesta al "Estado del
bienestar" español. De hasta 65.000 millones de eurosen dos años y
medio, casi cinco veces más del aplicado por Zapatero en 2010
(15.000 millones).
Con castigos tan impopulares como la subida del IVA, la reducción
de las prestaciones por desempleo, la supresión de la paga extra de
Navidad a los funcionarios públicos, la reordenación de las
Administraciones Públicas, el ajuste adicional de 600 millones de
euros en los ministerios, otra merma a las ayudas a partidos y
sindicatos, la reforma de las pensiones o el alza de los impuestos
medioambientales.
Pero ese espectacular recorte quedó revestido con la misma
letanía que acompañó también al discurso del anterior jefe del
Ejecutivo: no hay más salidas, esto es lo hay que hacer, no se puede
hacer otra cosa. Y aún más: Rajoy reconoció que España está
tutelada, sin manos libres, sin autonomía. Intervenida, a fin de
cuentas, aunque en ningún momento empleó esa palabra: "Los españoles
hemos llegado a un punto en que no podemos elegir entre quedarnos
como estamos o hacer sacrificios. No tenemos esa libertad. Las
circunstancias no son tan generosas".
El presidente tuvo también que asumir que ha devorado por
completo su programa electoral. "No disponemos de más ley ni de más
criterio que el que la necesidad nos impone. Hacemos lo que no nos
queda más remedio que hacer, tanto si nos gusta como si no. Yo soy
el primero en estar haciendo lo que no me gusta".
La retórica dramática, churchilliana, centrada en la cultura de
los esfuerzos sin cuento con la esperanza de una recuperación sin
fecha, hizo de puesta en escena del anuncio de una batería de
medidas que el propio Rajoy asumió que "no son agradables" y "duelen
a cada persona", pero que sí son "imprescindibles".
El presidente tardó en entrar en materia, intentando retrasar el
sinsabor del relato de los ajustes obligados por la Unión Europea y
motivados por el desbocamiento del déficit -3,41% del PIB hasta
mayo, nueve milésimas menos del tope de todo el año, 3,5%-. Lo
prologó con la información del Consejo Europeo y de los acuerdos
alcanzados con los países del euro. Después desenfundó el cuchillo y
desembuchó medida tras medida de forma rápida, con gesto serio, como
en su día hizo Zapatero. Entre ellas:
-Modificación de la prestación por desempleo: seguirá durando un
máximo de 24 meses, y se mantendrá el importe actual durante los
primeros seis meses. Pero a partir de entonces, y con el objetivo
teórico de "animar a la búsqueda activa de trabajo", los que se
sumen a la cola del paro verán menguada su prestación a partir del
sexto mes del 60% al 50% de la base reguladora.
-Subida del IVA, con caracter inmediato, de tres puntos en el
tipo general (del 18% al 21%). El tipo reducido crecerá del 8% al
10%. Se mantiene el superreducido, para los alimentos de primera
necesidad, en el 4%.
-Aceleración de la entrada en vigor de la reforma del sistema de
pensiones (retiro a los 67 años) y de la jubilación anticipada.
-Subida de los impuestos del tabaco.
-Introducción de la fiscalidad medioambiental, bajo el principio,
ha dicho, de "quien contamina, paga".
-Rajoy ha anunciado una "revisión integral de la función pública"
que realmente esconde un empeoramiento profundo de las condiciones
de los funcionarios. Se les reducirá el número de días de libre
disposición, se "ajustará" el número de liberados sindicales según
lo previsto en la ley, se "equipararán condiciones de incapacidad a
las del resto de trabajadores", se facilitará su "movilidad". Pero
además se les quitará la paga extra de Navidad por lo menos hasta
2015 (a partir de entonces, se les compensará como aportación de
fondo de pensiones). También dejarán de cobrar esa extra los altos
cargos, según aclararon después fuentes del Ejecutivo.
-El "esfuerzo" pedido a los funcionarios será "compartido" por
altos cargos de la Administración central, de la autonómica y local,
y también por "diputados y senadores". Se anticipa así ya un nuevo
recorte de sus sueldos.
-Se reducirán ya en lo que queda de 2012 los créditos a
subvenciones, gastos corrientes y transferencias. Pero el año
próximo, las ayudas a partidos, empresas y sindicatos mermarán un
20% más, cuando ya en este ejercicio habían decrecido en la misma
cantidad. El tajo en el gasto ministerial en 2012 será de 600
millones de euros.
-Se recortará en un 30% el número de concejales. Se aplicará una
"drástica reducción" o eliminación directa de las empresas y
fundaciones públicas en el ámbito local para evitar "duplicaciones o
triplicaciones de servicios".
-Leyes de unidad de mercado y de flexibilización de los horarios
comerciales.
-Privatización de Renfe, puertos y aeropuertos.
"Nos encontramos en una situación extraordinariamente grave y es
preciso corregirla con urgencia", reforzó Rajoy. "Tenemos que salir
de este atolladero y necesitamos hacerlo cuanto antes. Y aquí no
caben ni fantasías ni ocurrencias. Porque no hay mucho que escoger:
o reducir los gastos o aumentamos los ingresos, o si no nos queda
más remedio, hacemos ambas cosas".
Y su Gobierno las va a aplicar. Aunque le suponga por delante
hacer estallar las costuras del Estado.
El pleno recibió con profundo malestar el discurso de Rajoy. El
rumor fue creciendo de menos a más, según el presidente soltaba, una
tras otra, medida dura tras medida dura. Al final, entre el aplauso
de su bancada, se oyeron gritos de la oposición: "¡Dimisión,
dimisión!".
(Tomado de Cubadebate)