Los acuerdos adoptados por el Mercado Común del Sur (Mercosur) y
la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) impactaron fuertemente
en la sociedad paraguaya a pesar de que las reacciones oficiales son
de tratar de minimizarlos, reportó Prensa Latina.
Si bien las dos organizaciones evitaron aprobar duras sanciones
de tipo económico para evitar dañar a la población, no escapa al
análisis el aislamiento político diplomático que significan y su
peso precisamente en los vínculos incluso comerciales con otros
Estados.
Sorprendentemente, el cuestionado presidente Federico Franco
declaró su satisfacción por la separación de Mercosur alegando que
ahora el país estaba libre del tutelaje de sus dos grandes vecinos
Argentina y Brasil.
Quien escuche esas frases en boca de Franco comprenderá se trata
de amortiguar políticamente el golpe recibido y tratar de evitar el
temor en los intereses económicos que lo respaldan, pero conocen muy
bien el significado de las relaciones paraguayas con los dos países
mencionados.
En el caso de Argentina, los pagos recibidos por Paraguay por la
administración conjunta con Buenos Aires de la hidroeléctrica
Yaciretá son significativos, al igual que el suministro de casi el
ciento por ciento de gas licuado y de una gama de artículos de alta
demanda aquí.
La presencia en territorio argentino de centenares de miles de
paraguayos llegados en busca de empleo es otro asunto con un peso
específico en las relaciones bilaterales, al igual que es
indispensable para Paraguay el tránsito de sus exportaciones por
Argentina.
Al hablar de Brasil, socio de la otra gran hidroeléctrica de
Itaipú, también resulta muy grande el intercambio comercial y la
influencia política y social que ejerce ese país, con su importante
cantidad de inversiones en Paraguay.
Esa breve ojeada a los históricos vínculos existentes demuestra
que la tesis del llamado tutelaje tiene poca fuerza a la hora de la
verdad.