La
Habana, 17 de junio de 1905. A las seis de la tarde en esa fecha
expiró, a la edad de 69 años, uno de los más hermosos ejemplos de
internacionalismo que recoge la historia de Cuba: Máximo Gómez Báez.
Es difícil pensar en el Generalísimo, como se le conoce, solo
como protagonista de grandes batallas porque minimizamos su grandeza
y restamos valores a su integralidad. Además de aquellas epopéyicas
cargas al machete que tanto temor causaban al bando español, también
fue un padre que sufrió la pérdida de varios hijos y a pesar de
ello, no renunció a defender sus ideales.
Es justo verlo como un hombre de ideas, que supo luchar con las
armas y la pluma, como demuestra su Diario de Campaña.
Aunque nació en Bani, República Dominicana, por los servicios
prestados a la República, fue declarado ciudadano cubano.