Finalmente
se cumplió lo que era un rumor en los pasillos de la Comisión
Europea (CE) y un secreto a voces en la Moncloa. España solicitó un
rescate al Eurogrupo de 100 mil millones de euros para sanear sus
bancos, golpeados por varios años de especulación.
El Gobierno de Mariano Rajoy calificó la operación de "triunfo
nacional" y rechazó tildarla de "rescate", como una forma de
distanciarse de los salvamentos anteriores a Irlanda, Portugal y
Grecia, entregados a cambio de severos condicionamientos económicos,
políticos y sociales.
Asimismo, insistieron en que el dinero entregado a España no
implica condiciones para las políticas del Estado, sino para los
bancos que lo pidan, a diferencia de los paquetes de recortes
sociales que se exigieron al resto de los países rescatados y que
hoy mantienen a Grecia al borde de salir de la eurozona.
En los días anteriores al anuncio del Eurogrupo, el ministro de
Hacienda español, Cristóbal Montoro, aseguró que "los hombres de
negro" no llegarían a su país, en referencia a los funcionarios de
la CE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI), la llamada troika.
Sin embargo, muchos analistas dudan que Europa haya puesto esos
recursos en España a cambio de nada y apuntan que las implicaciones
del rescate pueden ir más allá de lo que se ha dicho hasta ahora. En
este sentido, el comisionado europeo para la Competencia, Joaquín
Almunia, declaró que "quien da dinero nunca lo da gratis, pone
condiciones y quiere saber qué se hace con su dinero".
Por su parte, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble,
ya aclaró que una misión de expertos de la troika se encargará de
controlar la reestructuración del sector bancario español, aunque
precisó que se circunscribirían a ese sector. Mientras, Almunia
anunció que el FMI supervisará el rescate entregado a España, pero
no participará con fondos propios.
Es decir, "los hombres de negro" a los que se refería Montoro ya
tienen las maletas hechas para desembarcar en Madrid.
Otro punto que ha causado controversia es cómo se contabilizarán
esos 100 mil millones de euros para los bancos —equivalentes al 10 %
del Producto Interno Bruto de la nación ibérica—, en momentos en que
se recortan fondos de sectores clave como educación y salud para
rebajar un déficit público que ascendió a 8,9 % en el 2011 y que
debe reducirse al 3 % en cerca de dos años.
Rajoy ha insistido en que ese dinero no contabilizará como
déficit, pero las últimas informaciones apuntan en dirección
contraria. La oficina de estadísticas europea (Eurostat) divulgó un
comunicado este miércoles en el cual asegura que "el crédito
aceptado por el Gobierno español aumentará directamente la deuda
pública y también tendrá un impacto directo sobre el déficit a
partir del gasto en los intereses del préstamo".
La explicación es que el receptor del rescate será el Fondo de
Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), un organismo público que
se encargará de desembolsar el dinero en los bancos afectados. Esto
implica que el Estado, y con este los ciudadanos, se convierten en
garantes del préstamo, socializando así las pérdidas de las mismas
entidades financieras que hoy desalojan a miles de españoles de sus
casas.
Por otra parte, las condiciones especiales que parece haber
otorgado la Unión Europea a España podrían levantar resquemores en
el resto de los países rescatados, que buscarían una renegociación
en mejores términos de sus propios acuerdos con el bloque.
La gran pregunta que se abre ahora es si 100 mil millones serán
suficientes para devolver la confianza de los mercados en la moneda
común europea y mantener cohesionada una eurozona que cada vez más
parece a punto de desmoronarse.