Para
quienes en otras latitudes gustan de prepararse un Daiquirí, cada
día se hará más complicado acceder a un ingrediente fundamental: el
ron cubano Havana Club, por el tozudo empeño de usurpación en
Estados Unidos de la prestigiosa marca criolla.
Pero ante este descaro mayúsculo, Cuba sigue defendiendo su
derecho. Ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), Mónica
Rodríguez, representante de la Misión cubana ante los Organismos
Internacionales radicados en Ginebra, denunció la decisión de la
Corte Suprema norteamericana de negar a la empresa Cubaexport la
defensa de la propiedad de esa marca. La negativa despoja
definitivamente a la firma del derecho de titularidad, ostentado
legalmente en ese país por más de 30 años.
Mientras, con su habitual política de doble estándar, Estados
Unidos está tratando de introducir en la OMC un debate sobre "la
protección de las cadenas de suministro contra las mercancías
falsificadas".
¿Será desvergüenza o desmemoria? Si fuera lo segundo, habrá que
recordarles hasta el cansancio que en el 2002, el Órgano de
Apelaciones de la OMC decidió que la Sección 211 de la Ley Ómnibus
de Asignaciones de 1998 viola los Acuerdos de Propiedad Intelectual
Vinculados con el Comercio (ADPIC), y las regulaciones del Convenio
de París para la Protección de la Propiedad Industrial.
Dicha sección impide a titulares cubanos contar con el
reconocimiento y disfrute en territorio estadounidense de sus
derechos sobre marcas o nombres comerciales.
Hasta ahora, Estados Unidos no ha hecho nada por revertir la
situación. No hay excusa que justifique esa conducta ilegal. Se
trata de un nuevo episodio, no por ello menos indigno, de la
política de bloqueo económico, comercial y financiero mantenido
contra nuestra nación por más de 50 años.
Cuba, a pesar de las graves violaciones de Estados Unidos a sus
compromisos multilaterales, ha respetado siempre las obligaciones
contraídas en virtud de los instrumentos jurídicos internacionales
referidos a la propiedad intelectual.
No obstante, si el gobierno de Washington no actúa, será el único
responsable del robo de la marca Havana Club a su legítimo titular,
y de las consecuencias negativas que pudieran derivarse de este
hecho para la protección recíproca de la propiedad industrial,
advirtió Mónica Rodríguez.
Como consecuencia de la Sección 211, la compañía Bacardí, en
abierto acto de piratería comercial, utiliza la marca Havana Club en
territorio de los Estados Unidos y lo vende como ron "cubano".
Pero a pesar de esas trabas, Havana Club es un éxito. Constituye
hoy la segunda marca de ron más vendida en el mundo, exceptuando el
mercado estadounidense, y la tercera si incluimos a ese país.
Según afirmó el presidente de Cuba Ron, Juan González, en los
últimos 18 años se han comercializado más de 36 millones de cajas de
la bebida. Solo en el 2011, se vendieron cuatro millones.
Cuba no es la única afectada por las arbitrariedades del gobierno
de Washington. Además de dañar a terceros, y violar sistemáticamente
las leyes internacionales, Estados Unidos limita a sus propios
ciudadanos. El Daiquirí, por ejemplo, era el trago preferido de
Hemingway y es uno de los cócteles más famosos del mundo. Según los
expertos, su calidad disminuye cuando se prepara sin ron cubano. El
Bacardí no serviría. Así, los estadounidenses tienen prohibido no
solo viajar a nuestro país, sino sentir el legítimo sabor a Cuba.