Donar sangre salva vidas

RAQUEL MARRERO YANES
rql@granma.cip.cu

"No recuerdo cuántas veces he abierto y cerrado las manos para llenar la bolsa utilizada en cada extracción; pero sí la primera vez que, acompañado de mi papá y hermano, llegué al Banco de Sangre como donante voluntario", confiesa Abel Soubal Ferrer, del CDR # 7 de la Zona 74, en el capitalino municipio de San Miguel del Padrón.

Foto: Ismael Batista Abel asegura que donar sangre es un acto humano y solidario.

Su apariencia es la de una persona saludable y sencilla, de rostro fresco y sonriente, tras él se esconde —según dice— un hombre sensible.

Hace más de dos décadas este donante extendió su brazo por primera vez para el noble gesto, convencido de que la sangre es el regalo más valioso que se le puede ofrecer a otra persona.

Reconoce que aunque desde joven estuvo vinculado con las donaciones como tarea cederista, el haber estudiado Medicina, atender a los pacientes y cumplir misión internacionalista, le ayudaron a reafirmar la convicción de acudir a los bancos de Sangre de manera altruista y voluntaria.

"El ser médico —dice— no me obliga a donar sangre, pero sí me sensibiliza más. Lo hago de forma voluntaria, porque en nada afecta la salud. No causa daño, por el contrario, a mí me enriquece espiritual y moralmente de solo saber que cada vez salvo una vida".

Los donantes —refiere— tienen que ser personas sanas de 18 a 65 años y estar conscientes de la importancia y necesidad del gesto que realizan.

Comenta de cuando en la República de Venezuela brindó su sangre a unos colegas que habían tenido un accidente. "Desde entonces comprendí que se trata de un gesto totalmente humano. Por eso acudo aquí con frecuencia".

Cuando oíamos sus anécdotas en el Banco de Sangre provincial de La Habana, le llegó también el momento del pinchazo en la vena a Fausto Luis Cazaña y Luis Puentes González, de los municipios de Playa y Plaza de la Revolución, respectivamente, quienes forman parte del Programa de Plasmaféresis, procedimiento automatizado mediante el cual se extrae la sangre, se separa el componente (plasma) y se incorporan los restantes elementos celulares al donante. Todos coinciden en que "el pinchazo impresiona, pero no es para tanto".

Mientras conversábamos, en solo 30 minutos la bolsa de 600 ml de plasma se llenó. Ellos, al igual que cientos de cederistas, ratifican la voluntad de mantenerse donando hasta que tengan salud.

En breve los vimos salir dispuestos a realizar las labores de costumbre, a sabiendas de que el 14 de junio —Día Mundial del Donante de Sangre, instituido por la Organización Mundial de la Salud— recibirán el reconocimiento junto a cientos de miles de cubanos, quienes de manera voluntaria confirman los valores de una sociedad que pone en primer lugar al ser humano.

 

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