El lema escogido, "Energía sostenible para todos", recoge en su
esencia un elemento de carácter estratégico para el país, ante la
creciente demanda de electricidad, el aumento galopante de los
precios del petróleo y sus derivados, y los problemas
medioambientales que su desenfrenada explotación acarrea.
Lo primero a destacar es el reconocimiento por las autoridades
locales, tanto del Gobierno como científicas, de que existe un
potencial aprovechado apenas en una mínima expresión, dado el perfil
básicamente agropecuario de su economía, que genera enormes
cantidades de desechos animales y vegetales.
Vale la pena mencionar, en primer lugar, el creciente uso de la
biomasa cañera (bagazo) para la generación de electricidad en los
centrales azucareros en activo, una experiencia que deja importantes
frutos en materia de ahorro de combustible y de reducción del
impacto negativo sobre el medio ambiente.
Otrora provincia pionera en el uso de plantas de biogás,
específicamente en las vaquerías de su cuenca lechera, Camagüey
transita poco a poco por una etapa de revitalización del empleo de
biodigestores para el tratamiento primario de residuales, la
generación de energía y la producción de biofertilizantes.
Amén de las metas que asumen las empresas estatales en ese
sentido, ahora se pone especial énfasis en la incorporación de
pequeños productores a la construcción de sus propias instalaciones,
a través de un movimiento participativo que cuenta con la
correspondiente labor de capacitación y asesoramiento.
Protagonista en tales menesteres, el Centro Integrado de
Tecnologías del Agua (CITA) trabaja de manera sistemática en la
búsqueda de soluciones de bajo costo para el abasto del preciado
líquido y su saneamiento en poblados y comunidades, a partir de las
fuentes renovables de energía.
Además de evaluar y determinar la factibilidad de decenas de
equipos para su utilización en las condiciones de Cuba, los
especialistas de esa institución diseñaron un prototipo de molino de
viento que muestra credenciales en una de las fincas de la periferia
de la cabecera provincial.
Aseguran los innovadores que el equipo es de fácil montaje y
desmontaje, no requiere de materiales especiales, resulta óptimo
para la actividad pecuaria y para el riego de pequeñas parcelas, y
su costo de producción es mucho menor que el resto de los molinos
que se comercializan hoy en el país.
Se calcula que en las llanuras camagüeyanas existen alrededor de
2 000 aerobombas, una cifra insuficiente aún dado el incremento
observado en los últimos años en la base productiva del territorio,
con la entrega de más de 270 000 hectáreas de tierra en usufructo
por el Decreto-Ley 259.
Pequeños acueductos, escuelas, viviendas y consultorios, ubicados
en zonas intrincadas, se benefician también de las bondades de 222
sistemas fotovoltaicos, mientras en instalaciones turísticas y de la
Salud prestan servicio 443 calentadores de agua que aprovechan para
su funcionamiento la energía solar.
No obstante estas y otras realizaciones de sectores puntuales de
la provincia, lo cierto es que el uso de energías limpias y seguras
es apenas un loable propósito en ciernes, pues su empleo en el seno
de la sociedad no ha llegado a estabilizarse a sabiendas de sus
incuestionables beneficios.
Se requiere, entonces, de una mayor integración entre las
instituciones y organismos del territorio, en el sentido de aunar
voluntades, asumir acciones concretas y movilizar recursos
materiales y financieros que se traduzcan en una más rápida y
efectiva introducción de las fuentes renovables de energía.