Rodeada de medidas de seguridad colosales, la vista para dictar
sentencia a Hosni Mubarak acentuó este sábado la polarización entre
los egipcios, inmersos en apasionadas especulaciones sobre si el
expresidente debe o no ser condenado a muerte, reflejó Prensa
Latina.
Los alrededores de la Academia de Policías, en las afueras de El
Cairo, se llenaron desde esta madrugada de cientos de seguidores y
detractores de Mubarak, separados varios metros por numerosos
policías y militares para impedir que los ánimos caldeados generen
violencia.
De acuerdo con el Ministerio del Interior, más de 20 mil agentes
y soldados vigilarán la improvisada sede judicial y otros puntos
capitalinos, junto con 160 tanques en plena disposición para
intervenir en caso de disturbios, sea cual sea el veredicto.
Hassan, un taxista cairota, forma parte de una mayoría que
repudia con fuerza al antiguo raís (presidente, en árabe) y cree
justo el juicio que se le realizó desde el pasado 3 de agosto por
complicidad en la muerte de manifestantes que se alzaron contra su
gobierno en 2011.
Sin embargo, opinó que debido a su avanzada edad, 84 años, y a
estar convaleciente por problemas cardíacos, Mubarak no debe ser
condenado a muerte, la pena máxima que solicitó la Fiscalía de
Egipto tras argumentar la acusación.
Tres o cuatro años de cárcel es suficiente, calculó mientras
sorteaba el tráfico caótico de la capital, empeorado en las últimas
semanas por escasez de combustible en algunos puntos y nuevas
marchas callejeras relacionadas con las elecciones presidenciales.
Unos por compasión a un anciano y otros, como Aisha Habiba, que
se manifestaba en la plaza Tahrir, porque merece sufrir el castigo
por matar a nuestros hijos, prefieren a Mubarak tras las rejas el
resto de su existencia, aunque creen muy probable un indulto
posterior.
A la vez, aseguran que Gamal y Alaa, los hijos del exjefe de
Estado también procesados junto a su padre por corrupción y
enriquecimiento ilícito, deben purgar un mínimo de 10 años.
Igualmente, proponen una condena mayor a 10 años para el
exministro del Interior Habib El-Adli, quien junto con Mubarak
enfrentó los cargos de homicidio por ordenar la muerte de más de 840
activistas que se sublevaron en enero de 2011 y provocaron la caída
del gobierno.
El juicio, que se trasmite en vivo por la televisión estatal,
mereció comentarios de diversos sectores políticos, sociales y
jurídicos, con un grupo de 10 abogados especulando sobre los fallos
y las penas que recibirá cada acusado.
Los pronósticos oscilaban desde la pena capital para Mubarak y
El-Adli, hasta la absolución del expresidente, condenas menos
severas para sus hijos o un aplazamiento del veredicto para después
de los comicios.