Las tribulaciones de Grecia en la eurozona

SERGIO ALEJANDRO GÓMEZ

En las elecciones del pasado 6 de mayo, más de la mitad de los griegos castigaron a la clase política tradicional, plegada a los intereses de la Unión Europea (UE), y respaldaron a aquellos partidos que se negaron a pagar con recortes sociales los 130 mil millones de euros del rescate financiero de Bruselas.

La división entre los que aceptaron las exigencias de la UE y los que no, hizo imposible la creación de un gobierno de coalición, por lo que Grecia irá nuevamente a las urnas el próximo 17 de junio, en unas elecciones que definirán el futuro del país.

Aquellos que manejan los resortes del poder en el continente alertaron, de antemano, que la nación helena se juega en esos comicios su permanencia en la zona euro y la continuidad de los auxilios financieros que evitan la cesación de pagos del país.

"Ahora tenemos que enviar un mensaje muy claro a los griegos: o votan por permanecer en el euro, con todos los compromisos que han adquirido, o votan efectivamente por la salida", aseguró el primer ministro británico, David Cameron, poco antes de comenzar la cumbre de la OTAN en Chicago.

En una línea similar se pronunció el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quien dijo que Grecia debe mostrar su "determinación de quedarse en la eurozona".

Ante este escenario, muchos analistas consideran que la salida de Grecia de la zona euro solo es cuestión de tiempo.

El estadounidense Paul Krugman, premio Nobel de Economía, considera que este escenario es "inevitable". "Todas las soluciones que se están discutiendo no sirven para remediar el desastre", declaró a la revista alemana Der Spiegel.

El economista precisó que "las verdaderas decisiones no pueden ser tomadas más que en Frankfurt o Berlín", pero criticó duramente la línea económica de la canciller alemana Ángela Merkel, basada en la austeridad, una estrategia que comparó con los zombis, cuya naturaleza es "seguir caminando sin importar el daño que causan".

En este mismo sentido, los periodistas alemanes le preguntaron al ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, si era posible evitar una eurozona sin Grecia. "¡Por supuesto!", respondió, pero depende de que la nación helena "cumpla con sus obligaciones". "La solidaridad europea no puede ir en un solo sentido", sentenció.

Esos requerimientos parecían dirigidos fundamentalmente a la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA), el partido que obtuvo la segunda mayor cantidad de votos el pasado 6 de mayo y que se perfila favorito para los próximos comicios.

El líder de SYRIZA, Alexis Tsipras, defendió la permanencia de Grecia en la moneda común, pero rechazó los actuales términos que le impone a su país el plan de rescate del FMI y la UE, en una entrevista al International Morning Herald.

Asimismo, advertía al Wall Street Journal de las graves consecuencias de una "acción unilateral europea" sobre la economía griega. "Nuestra primera opción es convencer a los socios europeos de que, por su propio interés, no se debe interrumpir la financiación, pero si llevan a cabo una acción unilateral, si cortan nuestra financiación, nos veremos obligados a dejar de pagar a los acreedores, a declarar la suspensión de pagos", advirtió.

De hecho —señaló—, si Grecia deja de pagar la deuda externa, tendría suficientes recursos como para asumir el pago de los sueldos de pensionistas y funcionarios. Además, insistió en la necesidad de adoptar medidas para reducir el gasto militar, acabar con el despilfarro y la corrupción, y combatir la evasión fiscal de las rentas más altas.

Sin embargo, los expertos señalan las graves consecuencias, al menos en el corto plazo, que tendría para los griegos abandonar la moneda común. El país podría encontrarse en dificultades para importar alimentos y combustible, la vida diaria se reduciría al intercambio de bienes y servicios, y el Gobierno se vería incapaz de pagar a los trabajadores con algo que quisieran aceptar.

"Sería el caos", apunta Marios Efthymiopoulos, profesor del Centro Universitario Johns Hopkins para Estudios Internacionales Avanzados y presidente del grupo de expertos Global Strategy, con sede en Salónica.

Por otra parte, probablemente sería necesario cerrar las fronteras para impedir que las personas se lleven sus euros a bancos de otros países. "Si eso ocurre, definitivamente habrá incidentes de seguridad en las calles de Atenas", apunta David Lea, analista de la firma Control Risks.

Esta es la difícil encrucijada que enfrenta el pueblo griego. Por eso, resultan aún más desfachatados los intentos de comprometer su derecho soberano con chantajes económicos. Con Grecia, el Viejo Continente le ha dado al mundo una nueva lección sobre lo que entiende por democracia.

 

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