La excelente presentación del ensemble estuvo acompañada por la
entrega a su director, el maestro Jesús Ortega, del Premio de Honor
Cubadisco por parte del presidente y fundador del Festival, Ciro
Benemelis, en una jornada coronada por el estreno en Cuba de la obra
Concerto del Benaco, dedicada al maestro Leo Brouwer.
Su autor, el alemán Walter Abt, se situó al frente de la Orquesta
Sinfónica Nacional para llevar adelante la puesta de largo de esa
pieza en la Isla, un hecho de relevante envergadura artística, que
tuvo como solista invitado al músico Jonhathan Wolf, considerado una
promesa europea de la guitarra clásica.
Entre la montaña de adustas y a veces desoladoras sensaciones que
brotan como consecuencia de la velocidad del mundo contemporáneo,
resulta una alentadora experiencia divisar una obra que invite a
detenerse en los paisajes interiores del hábitat natural y en los
sitios más luminosos de la compleja naturaleza humana.
Ciertamente, la pieza es el sonido de Walter Abt viviendo al
límite las emociones que despertó en él su estancia en las
inmediaciones del famoso lago Benaco, en el norte de Italia, adonde
decidió mudar su residencia durante varios meses. El músico, en un
giro hábil y quizás nostálgico, vertió las experiencias acumuladas
durante ese periodo de tiempo en un material que, de hecho, se puede
leer como un libro de confidencias personales. De ahí que la obra le
abre las puertas al espectador para conocer diversas facetas de la
personalidad de su autor y los pilares que sostienen su vasta
trayectoria profesional. Por otra parte, más que una pieza musical,
Concerto del Benaco se puede ver, finalmente, como un lugar,
una actitud ante el mundo y una invitación al ser humano para que
halle, en el universo onírico de la naturaleza, hasta el más mínimo
destello de luz.
El trabajo de Walter Abt como guitarrista y director del grupo
Munich Guitars fue otra de las vertientes que permitió descubrir la
jornada inicial del Cubadisco, en la que también se presentó la
orquesta cubana de guitarras Clave de sol.
Como líder del ensemble alemán, integrado por jóvenes y
talentosos intérpretes, el músico dio salida a una concepción
creativa que le permite extraer un amplio cúmulo de recursos sonoros
del instrumento de las seis cuerdas, que adquiere una interesante
dimensión en las manos de estos instrumentistas, cuyas habilidades
descollaron en cada momento de la exposición musical. Y, por cierto,
el director y compositor europeo también logró tocar el alma cubana
cuando se dio el gusto de regalar, como bis, una versión del Chan
Chan, del entrañable Compay Segundo.