Era de esperar. El candidato republicano a las próximas
elecciones presidenciales en Estados Unidos, Mitt Romney, prometió
que Cuba "sentirá todo el peso de la determinación estadounidense",
si resultara vencedor en noviembre.
Con la habitual retórica ridícula, aseguró que "Estados Unidos se
ha alejado de presionar al régimen de Castro bajo la óptica
equivocada de que apaciguarlos, con una mano abierta, generaría
progreso".
En medio de la campaña electoral, esas declaraciones se refieren
a la administración Obama, que en cierta medida ha flexibilizado los
intercambios culturales, envíos de remesas, y viajes a la Isla por
parte de cubanos residentes en suelo norteamericano.
Con sus palabras, Romney quiso saludar el 20 de mayo, fecha en la
cual el gobierno de EE.UU. y algunos sectores anticubanos celebran
el "Día de la Independencia de Cuba".
El exgobernador de Massachussets alabó la labor de elementos
dirigidos y financiados desde Washington que intentan socavar y
desestabilizar la tranquilidad ciudadana y comentó que "juntos vamos
a acelerar la llegada del día en que el régimen llegue a su fin".
Las declaraciones de Romney no son novedosas. Solo repite el
guion de todos los candidatos a la presidencia, que buscan cortejar
a los votantes de Florida, especialmente a sectores del electorado
de origen cubano residentes en Miami, históricos aliados del Partido
Republicano. Vemos la misma película cada cuatro años.