Después
de violar durante sesenta años cuantos derechos internacionales del
hombre existen, a una década de que la valentía y la dignidad del
pueblo de Puerto Rico forzaron la retirada de la Armada de Estados
Unidos de la Isla de Vieques —en época del presidente George W. Bush—,
sobre los yankis pesan serias cuentas pendientes.
Aun cuando la deuda con ese pueblo vilipendiado será eterna, la
Armada estadounidense hoy incumple el compromiso de limpiar a la
isla-municipio, utilizada durante tanto tiempo como tubo de ensayo
para prácticas que dejaron como herencia una secuela de muertes y
padecimientos provocados por los bombardeos, cañoneos y el empleo de
armas experimentales.
A la burla de ese compromiso también se suma la Marina de Guerra,
que tampoco ha iniciado la descontaminación de las aguas de la zona
y, por el contrario, mantiene una actitud evasiva ante el problema.
La alta prevalencia del cáncer entre los pobladores de la oriental
isla puertorriqueña es la consecuencia directa de haber estado
sujeta —de manera continuada— a tan nefasto destino. Aunque son
considerables las cifras de damnificados y fallecidos, aún por estos
días permanecen en pie los reclamos al gobierno federal para que
establezca servicios de salud en Vieques, cree clínicas rodantes y
lleve adelante campañas de prevención y orientación contra las
enfermedades.
Es criminal que hoy —de cara a tan evidente acumulación de
calamidades— todavía diversas fuerzas políticas actuantes en ese
entorno tengan que exigir sin desmayo una primordial atención para
los pobladores de un territorio de 33 kilómetros de largo por 7,2 de
ancho, ubicado diez kilómetros al sureste de la Isla Grande, con el
72 % de sus habitantes sumidos en la pobreza.
Estudios hechos por la Escuela de Salud Pública de la Universidad
de Puerto Rico indican que Vieques refleja una incidencia de cáncer
27 % mayor que el resto de la tierra borinqueña y su tasa de
mortalidad por ese mal es 34 % superior a la de todo Puerto Rico.
Expertos ambientales responsabilizan de esa anomalía a la
degradación causada por los bombardeos de la Marina de los Estados
Unidos y las fuerzas de la OTAN que realizaron prácticas allí. En la
actualidad, el gobierno federal retiene parte del terreno, tras
pasar su poder y control al Servicio Federal de Pesca y Vida
Silvestre, lo que ha permitido convertir el lugar en una zona donde
ha proliferado el trasiego de drogas entre el Caribe y los Estados
Unidos.
En un amplio ensayo presentado en ocasión de realizarse un evento
con la participación de personalidades que compartieron la
experiencia de lucha por la redención de la isla, Robert L. Rabil
Siegal, portavoz del Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques,
ofreció relatos como estos:
"Los pescadores generalmente se quejan del gran número de bombas
sin explotar en las aguas costeras, y la destrucción causada a los
arrecifes de coral y a otros elementos del ambiente marino por los
bombardeos"¼ "En noviembre de 1994,
durante un ejercicio militar de dos semanas, una brigada aérea de la
Marina soltó 20 mil libras de explosivos vivos, incluyendo napalm"¼
"En 1998 las balas rompieron los cristales de las guaguas escolares
estacionadas en el área de Obras Públicas del gobierno municipal, en
el sector de Santa María".
La destrucción ecológica, de los recursos humanos y naturales a
gran escala ha sido el saldo de más de medio siglo de bombardeos y
experimentos con nuevos sistemas de armamentos.
Pese a esta horrible realidad, todavía hoy, la Armada y la Marina
de Estados Unidos faltan al compromiso de contribuir a sanear el
ambiente en Vieques.