Una
de las acciones de mayor contenido humano de las que se haya
producido en los días iniciales de la Oncena Bienal de La Habana es
El barco de la tolerancia.
Instalación
proyectada por Ilya y Emilia Kabakov, con los auspicios de la
Fundación Ludwig de Cuba, la Oficina del Historiador de la Ciudad,
el Centro Wifredo Lam y el Centro Nacional de Escuelas de Arte,
acaparó la atención y caló hondo en la sensibilidad de quienes este
último fin de semana divisaron una embarcación enclavada en áreas
aledañas a la entrada de la rada habanera cuyo velamen desplegado
portaba mensajes a favor de la paz y la convivencia.
Esos mensajes fueron dibujados por alumnos de las escuelas de La
Habana Vieja, bajo la orientación de instructores de la Brigada José
Martí. Unos y otros captaron la idea de los Kabakov de convertir las
velas en un gigantesco y público mural que formulara, desde la
imaginación pictórica y con fuerte impacto visual, votos contra la
guerra y la retrógrada tesis del choque de civilizaciones y afirmara
la necesidad de un mundo inclusivo y diverso.
La misma concepción del barco, inducida por los Kabakov, es un
homenaje a la laboriosidad del hombre, puesto que la realización
corrió a cargo de alumnos de la escuela de oficios Gaspar Melchor de
Jovellanos, adscrita a la Oficina del Historiador de la Ciudad,
guiados por expertos del Manchester Collage de Inglaterra, y su
maestro David Harold.
En dicho entorno, antes de que el barco se hiciera visible con
toda su intensidad, se produjo el encuentro de estudiantes de música
cubanos, rusos y norteamericanos que compartieron un hermoso
concierto.
Tanto Ilya como Emilia Kabakov se formaron en la Unión Soviética.
Ambos gozan de un gran prestigio en los circuitos internacionales de
exhibición artística, avalados por los premios Oscar Kokoschka, de
Austria, y el Imperial de Japón.
Pero tan importante como sus obras personales es para ellos
aportar un grano de arena al hacer conciencia acerca de los
terribles conflictos que vive la humanidad y amenazan su propia
existencia.
En consecuencia, durante los seis últimos años, han desplegado
las velas de El barco de la tolerancia en Egipto, con un
claro llamamiento a la fraternidad entre árabes e israelíes; en los
Emiratos Árabes Unidos, cerca del epicentro de una de las más
conflictivas zonas del planeta sobre la cual se cierne la voracidad
de los intereses económicos imperiales; además de la ciudad suiza de
Saint Moritz, Venecia y Miami.
Entre quienes aplaudieron esta manifestación se hallaba Pavel
Joroshilov, viceministro ruso de Cultura, quien asiste a la Bienal y
mostró interés por entablar contactos entre el Centro Nacional de
Arte Contemporáneo de Moscú y el cubano Wifredo Lam.