El primer vicepresidente iraní, Mohammad Reza Rahimi, condenó
este viernes los atentados terroristas que provocaron medio centenar
de muertos en Siria, una acción que también repudió Catar, pese a
promover el suministro de armas a la oposición.
Rahimi trasmitió las condolencias al primer ministro sirio, Adel
Safar, por los ataques con bombas perpetrados el jueves en el sur de
Damasco y en Deraa, que se saldaron con la muerte de al menos 55
personas y 372 heridos, según cifras oficiales, reporta Prensa
Latina.
El primer vicemandatario persa deploró la muerte de inocentes y
expresó su simpatía hacia el gobierno y pueblo sirios, al tiempo que
responsabilizó de los mortíferos bombazos a las potencias arrogantes
empeñadas en frenar el proceso de reformas en el país árabe.
La enérgica repulsa de la República Islámica también fue
expresada por el portavoz de la cancillería, Ramin Mehmanparast,
para quien esos actos violentos fueron un indicativo de la actitud
de grupos terroristas opuestos a la voluntad de la mayoría de los
sirios.
Mehmanparast asoció los atentados con la respuesta de la
oposición frustrada por la alta participación ciudadana en las
recientes elecciones que mostraron el apoyo mayoritario al gobierno
del presidente Bashar Al-Assad en la senda de las reformas.
Por otro lado, canales televisivos del Golfo Pérsico reseñaron
una escueta nota de condena del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Catar a los ataques en Siria, país contra el cual ese emirato y
Arabia Saudita lideran una postura abiertamente hostil en el mundo
árabe.
El comunicado llamó a todas las partes en Siria a comprometerse
con la implementación de la resolución 2042 del Consejo de Seguridad
de la ONU que llama a detener el derramamiento de sangre, y aseguró
que Doha rechaza el terrorismo en todas sus formas y
manifestaciones.
Sin embargo, los gobernantes cataríes y sauditas encabezan dentro
del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico y de la Liga Árabe las
posiciones más beligerantes con Damasco, y abogan por suministrar
armas a la oposición para propiciar el derrocamiento del gobierno.
Doha y Riad aceptaron formalmente el plan propuesto por el
enviado especial de la Liga Árabe y de la ONU para Siria, Kofi Annan,
pero no ocultan su aliento a la insurgencia para boicotear toda
iniciativa destinada al diálogo y la reconciliación.