Antonio Guiteras Holmes y el venezolano Carlos Aponte Hernández
se recuerdan hoy como hombres de leyenda, de acción. No creyeron en
otra cosa que en la justicia revolucionaria.
Juntos se vincularon a la lucha contra la tiranía de Fulgencio
Batista. Siendo deportado a Cuba, Aponte comienza su formación
política como antimperialista. Sus experiencias de combatiente en
Nicaragua lo presentaban ante los revolucionarios como un veterano
luchador.
No era de extrañar que entre los seleccionados por Guiteras para
que le acompañaran estuviera Carlos Aponte.
La muerte de ambos constituyó un terrible golpe para la
generación revolucionaria de los años 30.
En la mañana del 8 de mayo de 1935, en el fortín matancero de El
Morrillo, fueron asediados por el ejército batistiano. En el momento
en que preparaban la defensiva, Aponte grita que es preciso vender
cara la vida. En tanto Guiteras responde: "Nos morimos".
Cayeron pistola en mano, Antonio Guiteras junto a su colaborador
venezolano Carlos Aponte, frente a un numeroso contingente de
soldados. Murieron fundidos en abrazo simbólico al caer abatidos por
el enemigo. Solo así se apagó el entusiasmo indómito que vivía en
ellos.