Tropas Guardafronteras
Barrera infranqueable contra mercaderes de la muerte
Miguel
Febles, Pastor Batista y Dilbert Reyes
A pesar de los continuos golpes al narcotráfico en las aguas
territoriales cubanas, que solo durante el 2011 representaron la
captura de poco más de nueve toneladas de droga, los delincuentes
internacionales insisten en utilizar esa ruta natural hacia el
principal mercado consumidor del mundo: Estados Unidos.
El
soldado Luis Enrique Águila muestra al primer suboficial Ángel Luis
Sánchez el paquete de marihuana recién hallado entre el sargazo de
la orilla.
Una de las últimas operaciones frustradas por efectivos del
Destacamento de Tropas Guardafronteras de Nuevitas, al norte de la
provincia de Camagüey, significó la incautación de 12 paquetes y 55
pacas de marihuana con un peso neto de 424,09 kilogramos.
"Esa carga fue asegurada por nuestros combatientes en diferentes
puntos de los cayos Sabinal y Guajaba, tras ser arrojados los alijos
al mar", informa el capitán Yoani Borrell Sosa.
Lo dicho por el oficial constituye apenas una apretada síntesis
de las tensas y agotadoras jornadas que sobrevienen tras recibirse
la información, para rastrear metro a metro la costa, entre el
diente de perro y los manglares, en minuciosa búsqueda de los
paquetes arrastrados por las corrientes marinas.
La experiencia vivida en cada hallazgo pasa a formar parte del
rico caudal de anécdotas que acumulan en sus años de servicio los
oficiales y soldados de las Tropas Guardafronteras, órgano del
Ministerio del Interior encargado de garantizar, bajo cualquier
circunstancia, la inviolabilidad del territorio nacional.
"Las acciones de patrullaje por la costa, explica el subteniente
Edisney Rodríguez Rodríguez, son realmente agotadoras; solo nos
reconforta el saber que por pequeño que sea el paquete que
encontremos, constituye un duro revés para los narcotraficantes."
Cada uno de los efectivos, a los que se suman colaboradores
populares, se sabe eslabón fundamental de una cadena bien articulada
de fuerzas y medios, dispuesta por las autoridades cubanas para el
combate resuelto contra el tráfico de drogas e impedir su
introducción, por cualquier vía, al país.
OCASO EN EL LITORAL
Nada más justo que su propio ocaso le esperaba a aquella oleada
de bultos de marihuana que comenzó a cernirse sobre parte del
litoral nororiental cubano, luego de ser lanzados en alta mar al
abortar una de las operaciones donde intervienen lanchas y manos
foráneas dedicadas al ilícito y letal negocio.
No era la primera vez que el mayor Élder Bruzón Ávila, jefe del
Puesto de Tropas Guardafronteras de La Herradura (norte tunero)
enfrentaba una situación así. Junto a sus combatientes, contaba con
fuerzas de apoyo, la participación de los destacamentos populares
Mirando al Mar y la colaboración de los medios navales de las TGF
Ello explica el éxito en la rápida protección de la zona, desde
el primer descubrimiento, por el joven Yosbel Velázquez Marrero,
hasta el último de los 80 bultos y paquetes encontrados en el
litoral, con aproximadamente una tonelada de indeseable droga.
"Fueron jornadas muy intensas, de continua búsqueda, hallazgo,
comunicación inmediata, preservación del lugar, inserción del
personal operativo y equipamiento especializado, bajo fuerte brisa,
sol ardiente, mosquitos, jejenes y sed", afirma el subteniente
Yordan Pavón Silva.
"No obstante, al final queda la satisfacción de cerrarle el paso
a ese vicio completamente ajeno a nuestra sociedad. Por eso pasé
aquí mi servicio militar, ingresé luego a la academia y volví otra
vez, ahora como oficial y segundo jefe del Puesto."
Con paternal expresión, un hombre de mar observa. Su nombre:
Ramón Muñoz Ojeda. Él y su esposa María Elena Gisbert están ligados
desde los años 60 al combate del pueblo contra el recalo de drogas.
Esta vez hallaron una decena de paquetes. Cooperan voluntariamente
por una sencilla razón: aman la vida.
RESPONSABILIDAD DOBLE EN PILÓN
En el enfrentamiento al tráfico internacional de drogas, los
oficiales y soldados del Puesto de Guardafronteras de la cabecera
del municipio granmense de Pilón, son vigilantes celosos y
comprometidos por partida doble.
Las características marinas del suroriente cubano lo convierten
en un litoral muy activo en los casos de recalo, y a lo largo de la
costa hay puestos similares para ese combate; sin embargo, la
ubicación exacta en un lugar muy poblado duplica la responsabilidad.
"El contacto fortuito de las personas con un paquete arrastrado
por las corrientes es una posibilidad mayor, así como el riesgo de
que gente inescrupulosa trafique o consuma la droga", explica el
capitán Alexander Verdecia.
"Por eso la vigilancia aquí es permanente, y a la revisión de la
costa por nuestros soldados se une el apoyo de los destacamentos
Mirando al Mar. Los pescadores constituyen la fuerza auxiliar que
realiza la pesquisa en el agua, mientras realizan sus labores o
cuando se les designa un servicio específico."
"Aun así, las relaciones nuestras con la comunidad van más allá
del trabajo en los destacamentos. También hacemos visitas a los
barrios a orillas del mar para conversar, debatir e insistir sobre
los peligros de la droga y lo importante que es enfrentar sin
vacilaciones este problema", precisa Verdecia.
Así lo confirma el soldado Carlos Miguel Alarcón, quien con un
mes apenas de reclutado ya se adiestra en las misiones específicas
de su unidad:
"Estoy aprendiendo a inspeccionar cualquier objeto sospechoso en
la orilla, cómo preservarlo si parece droga y realizar la
comunicación inmediata con la unidad. Además, perfecciono algunas
habilidades físicas, como el nado o el remo, imprescindibles en un
guardafrontera."
Similar criterio comparte Wilfredo Díaz, quien lleva 18 meses en
el puesto y es especialista en observación visual desde la torre;
"sin embargo, estoy listo para cumplir cualquier misión. Cuando
regrese a mi Cabo Cruz natal tomaré un curso de patrón o maquinista
de barco pesquero para servir al país, vigilar sus aguas y lograr
que la droga nunca tenga destino en Cuba". |